sábado, 5 de enero de 2013

62. PESADEZ.


No sé ni cómo ni cuándo, pero no he podido evitar lanzarme al cuello de Liam. Cada día me dice una cosa maravillosa, cada una más bonita que la anterior, y yo simplemente me quedo callada y roja como un tomate. Era el momento de darle las gracias a mi manera. Que alguien se moleste en hacer todo esto por simple aprecio, es maravilloso. Mi abrazo del oso, parece resultarle inesperado y tierno, porque me pasa los brazos por la espalda y me acaricia suavemente. No puedo pedir algo mejor que Liam, es algo inimaginable e imposible.
Samantha- ¿Por qué eres tan dulce?
Liam- Porque quiero pedirte perdón por cada llamada que no contesté.
Arrepentimiento. Es lo que encierra a Liam. Se arrepiente de todas sus decisiones. Se atormenta a sí mismo cada día, porque se siente culpable. Como él mismo dijo ayer, debemos dejar el pasado atrás. Como me ha dicho, le perdoné por todo lo que hizo, y sin todavía conocer sus motivos. Supongo que me bastaba con tenerlo a mi lado. Sufrí, y mucho, ¿pero acaso merece la pena recordarme a cada minuto que no me hizo caso cuando ahora está entre mis brazos pidiéndome perdón? Ya hay que tener una mente y corazón muy fríos para rechazar esa clase de disculpa. Se dedica en cuerpo y alma para hacer cosas conmigo y hacerme pasarlo bien. cada día a su lado es un regalo. Un maravilloso regalo envuelto en felicidad. No me imagino que haría sin Liam. No recuerdo exactamente cómo fue aquel sentimiento de sufrimiento, pero se me viene una idea a la cabeza, y no es algo bonito para recordar. Algo bueno tenía que tener la amnesia.
Liam- No sé cuánto tiempo voy a estar aquí, pronto sacaremos el nuevo álbum, y yo... Tendré que irme, Sam. No quiero perderte otra vez.
Me aparto de él rápidamente. Las lágrimas surcan mis mejillas. La idea de su pérdida me ha dado bien dentro. Me he imaginado la situación. Todo gris. Nada de color. No sería feliz, la felicidad sería un término totalmente desconocido para mí. No me gustaría me lo arrebatasen de esa forma. Separarlo de mi lado, y que solo volviese en Navidad y Pascua. No me parece justo. ¿Cómo hablaríamos? ¿Por teléfono? ¿Skype? No es lo mismo. No me podría dar un abrazo cuando esté triste, ni hacerme cosquillas para conseguir sonsacarme una sonrisa. Sería difícil. No entiendo cómo alguien puede sobrellevar el amor a distancia. Una pareja separada por los kilómetros, sin poder verse, sin poder tocarse. Me parece un castigo. Un horrible castigo. Yo nada más de hacerme a la idea he roto a llorar. Y ni siquiera es mi novio.
Liam- Eh, Sam. No llores, aún no me voy.
Samantha- No quiero que te vayas nunca.
Volvemos a abrazarnos. Esta vez yo me encierro entre sus brazos. Apoyando la cabeza en el hueco de su cuello, donde encajo a la perfección. Como si nuestros cuerpos estuvieran hechos a medida. Parece no preocuparle que llene su camisa de cuadros de lágrimas. Mi reacción es un tanto exagerada, pero la idea me ha calado muy a fondo.
Liam- Ven, vamos.
Se pone en pie y flexiona las rodillas a la vez que extiende las manos hacia atrás. Parece que va a echar a volar en cualquier momento, pero entonces se gira para decirme que me suba. Cojo carrerilla y me agarro de sus hombros con los brazos y de su cadera con las piernas. Parezco un koala. Caminamos calle abajo, hacia ningún lugar en concreto. Al menos yo desconozco dicho lugar. Liam no abre la boca durante todo el trayecto sin paradero. Acabamos en un bar de zumos en el que entramos. No hay mucha gente, solo un grupo de adolescentes de unos quince años y una pareja de abuelos enamorados. Me encanta ver parejas de personas mayores notablemente enamoradas. Da fe en la humanidad. Te hace pensar que el amor verdadero existe.
Liam- ¡Hola, Jake!
Jake- ¿Liam? ¡Liam!
Un chico moreno de pelo negro y corto sale de detrás del mostrador para darle un fuerte abrazo a Liam. Parecen buenos amigos. ¿Pero no se suponía que Liam solo me tenía a mí? De pronto recuerdo su rostro. Lleva trabajando dos años en el bar de zumos. Es un chico muy majo que siempre me invita a donuts, pero no recuerdo ninguna clase de relación entre él y Liam. Es normal, ya puestos a que no recuerdo a Liam, es difícil que le recuerde junto a sus amistades.
Jake- Oí lo de vuestro accidente, y leí en Twitter lo de tu amnesia, Sam, ¿cómo te encuentras?
Su gesto de absoluta preocupación me rompe el corazón. Jake es un tipo increíble, conoce muy bien al novio de Ruth, antes iban al mismo colegio. Es un chico que quiere a sus amigos. Recuerdo lo amable que era conmigo, lo atento que fue siempre. Para mí siempre fue un amigo más. Otro amigo más de los tres que tengo.
Samantha- Estoy bien, pero todavía ando un poco perdida.
Jake- Me alegro, espero que te mejores. ¡Bueno, chicos! ¿Qué os pongo? ¿O solamente habéis venido a darle conversación a este pobre pluriempleado?
Liam y yo reímos ante la pregunta retórica de Jake y a continuación cada uno pedimos lo que nos apetece. Hoy tengo antojo de un zumo de manzana y un donut de chocolate. Liam pide un capuccino. Nos indica que nos sentemos donde queramos y optamos por una mesa al lado de la ventana que da a la calle. El silencio que nos invade se rompe con una de mis preguntas.
Samantha- Liam, ¿qué hemos estado haciendo los días anteriores al accidente?
Liam- Cuando volví y me ofreciste tu perdón, decidí que aprovecharía cada segundo estando a tu lado. Y poder recuperar el tiempo perdido. Fueron dos años muy largos, por lo que era difícil volverlos a tener entre nuestras manos. Nos dedicamos a hacer el tonto. La verdad es que fueron dos días escasos, pero dos días increíbles.
Dos días increíbles que no consigo recordar. Cada día odio más mi amnesia. El obstáculo que me supone no me resulta ni atractivo ni deseable. Lo quiero esquivar y pasar de largo, pero continúa ahí, intacto. Queda poco tiempo de juego, y mi memoria no avanza. La laguna que es Liam en mi mente es como una palomita que se queda encajada entre los dientes. Es molesto. Quiero expulsarlo de mí, quiero dejar la vista libre. Mirarle y decir: Sí, yo he vivido largos años de mi vida junto a él. Pero decirlo con seguridad y sinceridad, no como algo que me han comunicado. Y es que todavía no sé por qué es la única persona a la que no recuerdo. Alguien me ha castigado. Por algo que he hecho. ¿El qué? No lo comprendo, quiero acabar con esto, y no puedo.
Jake aparece con nuestro pedido en una bandeja. Nos desea un buen desayuno y desaparece de nuevo detrás del mostrador. Mastico en silencio mi donut, dándole sorbos a mi zumo de vez en cuando.
Samantha- ¿Por qué me has traído aquí?
Liam- Porque este ha sido el lugar de todas nuestras discusiones y conversaciones. Es como un templo del debate.
Le miro extrañada, sin comprender. ¿A qué se refiere? ¿Se trata esto de una discusión? Por el momento no contemplo indicios de ello. Hasta ahora todo ha sido silencio y más silencio. Sin conversaciones mediante miradas de por medio. No me gusta su mirada pedante hacia su capuccino. Decido pedir una explicación cuanto antes.
Samantha- ¿Y sobre qué nos debatimos?
Liam- ¿Merece esto la pena?

No hay comentarios:

Publicar un comentario