sábado, 5 de enero de 2013

52. DESAHOGO.


No me da tiempo a preguntarle nada más. Cae entre mis brazos como si fuera una niña pequeña. Está llorado como si su vida consistiera en ello. Se está desahogando como jamás lo ha hecho. Nunca he visto a Ruth así. Realmente no he visto a Ruth llorar en mi vida. Por eso me resulta extraño tenerla ahora rodeada por mis brazos, agarrándome por el cuello y humedeciéndome la camiseta. Todavía llevo la carta en las manos, así que me muevo un poco para acercarme hasta la estantería y dejarla sobre una de las lejas. Le doy unas cuantas palmaditas en la espalda para que se relaje y se calme. Me rompe el corazón ver llorar a alguien tan fuerte como ella. Me da la sensación de que todo el mundo puede caer. Hasta el más duro de los duros. Todos somos humanos. Y los humanos somos frágiles en algunos momentos, aunque intentemos aparentar lo contrario.
Odio ver a Ruth así, pero necesito saber lo que le ha pasado. Quiero poder tener en mis manos la capacidad de hacerle sentirle bien. Quiero que me cuente todo aquello que le preocupe y yo poder encontrar la solución. Pero es que es Johanna la de los buenos consejos. No entiendo por qué ha venido a mí. Pero no pienso cerrarle la puerta en la cara. Haré todo lo que esté en mi mano para conseguir que las lágrimas abandonen el rostro alegre y divertido que acostumbro a ver.
Al fin consigo que se despegue de mí. Lo hace secándose las lágrimas con el dorso de la mano. Siento miedo a lo que me vaya a contar. ¿Qué le puede haber sucedido para que se encuentre en este estado? Me espero lo peor. Enfermedades crónicas. Muertes. De pronto temo por su salud. ¿Le habrán diagnosticado algo? Últimamente la veo más delgada. ¿Anorexia? No puede ser, come como 10 personas juntas. Descarto esa idea. Pero es que ahora solo se me vienen a la cabeza esa clase de cosas.
Las dos nos sentamos sobre el sofá. Ella continúa secándose las lágrimas, que continúan corriendo, pero con menos intensidad. De vez en cuando suelta unos pequeños sollozos. Pero ya parece más Ruth que antes. Me siento aliviada ante el cambio. Ha sido demasiado para mí.
Samantha- ¿Mejor?
Ruth- Supongo... Nos hemos peleado.
¿Quién se ha peleado? ¿Ella y Johanna? Eso explicaría el por qué de que haya recurrido a mí en vez de a ella. Pero, ¿qué ha sucedido para que haya hecho llorar a Ruth? Ruth la roca. Es un logro que alguien le haya hecho sentir triste y deprimida. Me parece extraño que se hayan peleado. Siempre están picándose entre ellas, pero se quieren muchísimo. A diferencia de mí, ellas se conocen desde la guardería. Lo han vivido todo juntas.
Samantha- ¿Con Jo?
Ruth- ¡No! Con Erik. Estábamos en mi casa, en mi cuarto. Ha empezado a hablar de nuestro futuro viaje a Brasil. Todo iba bien hasta que empezó a hablar de los buenos años que pasaríamos allí. Yo le paré los pies al instante. ¡Creía que era un año! Al menos eso me dijo, pero él se ha excusado diciendo que si nos va bien, nos quedaremos a vivir allí. A partir de eso empezamos a discutir. Llegamos a los gritos. Él diciéndome que era una mañana y yo contestándole que tengo más cosas en mi vida. Al final acabé yéndome por voluntad propia. Nada más cerrar la puerta me eché a llorar. Y aquí estoy. Sam, no puedo más.
Justo cuando creía que las lágrimas habían desaparecido, vuelven a asomarse por sus párpados, para a continuación caer como esquirlas de dolor. Lo está pasando realmente mal. Sé que está enamorada de Erik. Lo sé desde hace mucho tiempo. Sé que le hace sonreír como nadie, y cuando están juntos no puedo evitar sonreír. Son una pareja perfecta. Incluso Ruth se hizo un tatuaje en la nuca en el que pone 'Forever'. Se lo hizo hace unos 5 meses. Y nos lo contó hace 3. Ruth siempre ha sido de las que dicen que amar es de tontos. Pues parece ser que la tonta ha caído en la trampa. Si Ruth llora por alguien, es verdadero.
No encuentro las palabras correctas para hacer que deje de llorar y subirle el ánimo. No tengo ni idea de qué puedo hacer por ella. Mi mente se ha quedado en blanco. Solamente puedo hacer una cosa. Darle un abrazo. Vuelvo a envolverla entre mis pequeños y delgados brazos y hago que se desahogue un poquito más. Haciendo que me cuente lo que no le gusta de él, y lo que le encanta de él. La mayor parte de su charla se basa en lo perfecto que le parece.
Samantha- Oh, Ru. No estés triste. Las parejas siempre pasan por discusiones. Por mucho que se quieran. Siempre habrá pequeños conflictos, que en parte son buenos. Porque te hacen reflexionar, y es cuando salen a la luz todas aquellas verdades ocultas por el miedo. No pienses que habéis acabado. Porque cada vez que das un paso atrás, das siete hacia delante. Levanta la cabeza princesa, que se te cae la corona.
Ruth levanta la cabeza, mirándome atónita. Yo misma me sorprendo de mis propias palabras. Realmente no las he llegado a pensar. No he preparado qué decir. Solamente he abierto mi corazón y dicho lo que pienso. Erik y ella se quieren, no debe perderlo todo por una simple discusión.
Ruth- Vaya, Sam. ¿Qué te ha pasado?
Samantha- No tengo ni idea. Ni yo me lo creo.
Es que ella sabe lo mal que me expreso. Me trabo siempre que comienzo a hablar, pero esta vez lo he dicho todo con completa soltura. Me siento orgullosa de mí misma. Rememoro todas aquellas palabras que acaban de expulsar mis labios y sonrío levemente. Tengo mis momentos.
Ruth- Pero es que... ¿Qué hago? Yo no quiero quedarme para siempre allí. No quiero perderos de vista.
Samantha- No creo que te obligue a quedarte allí. Si ahorráis, podrás conseguir billetes de avión y venir al Reino Unido en Navidades y esas cosas. Claro que no quiero que te vayas, pero es el momento de hacer tu vida. Tranquila, no te vamos a perder de vista. Sabes que le quieres. No tengas miedo de dar un paso más.
Ruth- Tienes razón, pero es inevitable sentir miedo.
Claro que es inevitable. El miedo es un sentimiento que forma parte del ser humano. Nos previene de situaciones y nos hace pensar las cosas dos veces. Pero esta situación es simple miedo al compromiso. Tiene miedo dedar un salto tan grande, pero yo sé que están preparados. Lo siento de verdad.
Ruth esconde el rostro tras un cojín y pega un chillido que aún siendo amortiguado por el cojín que sujeta, me obliga a taparme los oídos. Menuda exageración. Le he dicho que se desahogue, no que me rompa los cristales de la casa. Veo cómo suspira lentamente para luego sonreír.
Samantha- ¿Te has quedado a gusto?
Ruth- La verdad es que sí.
Nos quedamos hablando durante mucho rato. Sobre los temores que nunca me contó. sobre sus sueños, sobre sus pesadillas. Ruth nunca se ha abierto tanto conmigo. Nunca me ha contado sus opiniones de forma tan profunda. La veo feliz al poder contarle a alguien cómo se siente. Poder desahogarse con alguien. Poder tener confianza con una persona que sepas que te va a apoyar y guardar el secreto pase lo que pase. He descubierto más cosas de Ruth en una tarde que en 4 años. Extraño. Miramos el reloj de la pared a la vez. 22:46.
Ruth- Vamos a ahogar las penas.

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