sábado, 5 de enero de 2013

33. VIDA.


¿Cómo me puede decir éstas cosas sin inmutarse? Puede que tenga mucha vergüenza encerrada, pero no se corta a la hora de decir las cosas. A mi se me para el corazón en cuanto dice algo por el estilo. Ahora recuerdo el momento en el que ayer dije que le adoraba. La vergüenza era superior a mi, pero él simplemente me acarició el pelo hasta hacerme dormir. La de cosas que habremos pasado juntos. El dolor que ambos sentimos cuando éramos pequeños por causa de los demás. Y mi pregunta es: ¿Qué hicimos? Liam no me ha dicho que hiciésemos nada malo. Simplemente decidieron ir a por nosotros. Ahora recuerdo la carta. La carta de Liam hacia sus padres. Su dolor reflejado entre esas palabras. Son demasiados pensamientos para alguien tan pequeño. Él no tenía la culpa de tener únicamente un riñón. De pasar por tratamientos interminables. De no poder llevar una vida completamente normal. La sociedad dicta que cuando somos pequeño, hemos de ser todos iguales. Y mi pregunta es: ¿Por qué? No hay nada más maravilloso que ser diferente. Tener algo especial que te defina. Lo increíble es que cuando nos hacemos mayores todo el mundo quiere ser diferente al resto. Y sentirse enorgullecido de ello sin tan si quiera serlo de verdad. Me frustra esa idea. Que algo pase de ser horrible a ser maravilloso. He pasado por cosas que no se las deseo a nadie. Ni a mi mayor enemigo. Bueno, puesto que mis mayores enemigos fueron los causantes de mi dolor, me gustaría que recibieran de su propia medicina. Porque ese niño al que llamas 'feo', esa niña a la que llamas 'gorda' hará lo que sea para cambiar, incluso jugar con la muerte, para que le gustes. Nadie dicta cómo eres. Debemos aceptarnos, porque si no nos queremos a nosotros mismos, ¿quién nos va a querer? Pero la sociedad manda. Y la sociedad ha hablado.
Después de éste conflicto psicológico que lucha en mi mente ayudo a Liam a a recoger los platos y a dejas las cosas en su sitio. Subo un momento para cambiarme de ropa y hacerme una coleta para que no me moleste el pelo y regreso al piso de abajo donde Liam me espera sentado en la silla del salón observando lo que parecen ser las instrucciones de la casa. ¿Acaso no las ha mirado ya? Me lo imagino teniendo que deshacer todo lo que ha hecho hasta ahora. Sería todo un fastidio tener que empezar de nuevo. Arrastro una silla en la que me siento a continuación y Liam alza la vista para mirarme.
Samantha- ¿Problemas?
Liam- No, qué va. Simplemente miraba cómo va a quedar.
Lo último lo pronuncia con una sonrisa bien ancha. Le hace mucha ilusión. Dijo que era mi sueño, pero estoy segura de que era más suyo que mío. Nos levantamos a la vez para salir por la puerta de la entrada y comenzar con la faena ya empezada. Me indica que debo traer los cinco tablones que hay en el jardín trasero junto a la piscina. Al desaparecer detrás de la casa me llevo una sorpresa. La piscina ha estado vacía todo este tiempo, pero ahora está llena por la mitad. Calculo que por la tarde ya estará completamente llena. Dejo la piscina de lado y me acerco a las tablas de madera para ver cuánto pesan. Me llevo otra sorpresa al comprobar que pesan más de lo que esperaba. Cojo uno para probar y por poco se me cae encima. ¿Es esto una especie broma? No tengo la suficiente fuerza como para llevar uno y quiere que lleve cinco. No pienso quedarme de brazos cruzados, no acudiré en su ayuda. Yo puedo.
Me mentalizo con esas dos palabras. Yo puedo. Vuelvo a coger el tablón que había agarrado hace unos segundos con más ganas. Más fuerza. Lo agarro con todas mis fuerzas y lo alzo del suelo un par de centímetros. Prácticamente tocando el césped. Mentalmente cuento los segundos hasta llegar al jardín. Me he propuesto ponerme una meta. En veinte o venticio segundos he de estar allí con el tablón. Quince segundos. Estoy cerca. Un poco más. Vamos Sam, tú puedes. Llego hasta el jardín en 23 segundos. Perfecto. La emoción de haberlo conseguido me abruma y pego un pequeño salto. Me duelen los brazos. Es posiblemente el mayor esfuerzo que haya hecho en mi corta vida. Muevo los brazos para deshacerme de los tirones y de repente veo bajar a Liam por la escalera que recientemente a colocado para subir y bajar con más facilidad de la casa. Se está riendo.
Liam- ¿Pero qué es esto?
Samantha- Uno de los tablones que me has pedido que traiga.
No comprendo. ¿Se esperaba que trajese los cinco tablones de golpe? Ni que fuera una mula de carga. No tengo tanta fuerza. Dudo que él pudiese hacerlo, ¿cómo lo iba a hacer? ¿Pegándoles patadas hasta llegar? Me pregunto por qué no dejo los tablones en el jardín delantero desde el principio. Ha sido una total périda de tiempo y de energía. Y encima que consigo traer uno me lo echa en cara. No soy Hulk.
Liam- Sam. Sammy. Me refería a los pequeños. Los de las esquinas. Jamás te habría pedido que me trajeras los tablones grandes. Pesan una barbaridad. Veo que estás fuerte.
Veo que abre los brazos para envolverme en ellos. Me siento un poco idiota. No recuerdo haber visto más tablones que aquellos cinco, así que en cuanto me separo de él corro a la parte trasera para buscar lo que me ha pedido. Los encuentro al instante. Están justo al lado de los tablones grandes. Cojo los cinco sin problema alguno y vuelvo avergonzada al jardín delantero junto a Liam. Me indica con un gesto de la cabeza que los deje al lado del tablón grande tumbado en el suelo. Estiro de nuevo los brazos. Hago un par de ejercicios para ejercitar los hombros también. Estoy segura de que mañana me voy a despertar con unas agujetas realmente horribles.
Liam- Sube y ayúdame a atornillar el suelo.
Me lo dice sin mirarme. Está oculto tras la única pared construida. En cuanto subo con cuidado las escaleras cojo el destornillador y me propongo atornillar todos los tornillos situados en su posición. No soy muy habilidosa en cuanto a construcción, pero darle vueltas al destornillo es inevitablemente sencillo. En cuanto termino de apretarlos todos con toda la fuerza que mis extremidades me lo permiten, Liam me pide que sujete uno de los tablones para que pueda atornillarlo con facilidad. En cuanto termina ambos nos alejamos de la pared para darnos un respiro. Nos sentamos en uno de los bordes y contemplamos juntos la carretera intransitada. Aquí no ocurre nunca nada. Hay momento en los que llego a pensar que no vive nadie más por éstas casas.
Samantha- Liam, ¿me gustan los niños?
No viene a cuento la pregunta. Pero pensando en el futuro he llegado a la conclusión de que algún día podría llegar a ser madre. Tener unos preciosos niños que jueguen en el jardín. Contarles historias que les hagan soñar felices por las noches. Tranquilizarles cuando se hagan daño y ayudarles a levantarse cuando callesen. Sería realmente precioso. Tener a alguien a quien querer incondicionalmente. Algo más profundo que el amor hacia un chico. Algo eterno. Que hagan lo que hagan les pienso querer. He contestado yo misma a la pregunta que acabo de hacer, pero necesitaba hacerlo en voz alta. Quiero saber si Liam me ve como una buena madre.
Liam- ¿Que si te gustan? No sé si te has dado cuenta, pero en cuanto has pronunciado la palabra 'niños', has sonreído. Sam, adoras los niños. Siempre me has dicho que cuando seas mayor tendrás dos hijos, un chico y una chica: Hayley y Daniel. Y que los querrás más que a tu vida.
Realmente no me he dado cuenta de ese gesto. Pero ahora sonrío conscientemente, con ganas. Es algo que me encantaría. Tener una familia feliz. Que mi marido y yo tengamos un trabajo increíble en el que cada uno pueda disfrutar con lo que le gusta. Levantarme cada día con las pequeñas manos de mis hijos moviéndome para que me despierte con una sonrisa en la boca. Preparar todos juntos un gran desayuno. Vestir a mis hijos y llevarles al colegio. Tranquilizar a mi hija pequeña en su primer día, diciendo que la querrá todo el mundo y que será la mejor niña del mundo. Dándoles un abrazo a cada uno a la vez que les revuelvo el pelo. Volver a casa del trabajo sabiendo que mi marido me dará las buenas noches y que me preguntará por mi duro día. El poder reunirme con mi querida familia en el sofá para ver un rato la tele para a continuación acostar a los pequeños con una canción de cuna. Dándoles un beso en la frente. Yéndome a mi cama donde sé que mi marido se encontrará a mi lado cada noche. Que me abrazará y yo apoyaré mi cabeza en su pecho. Y a continuación empezar otro día maravilloso. Es simplemente la perfección.
Samantha- Mi vida ya le pertenece a alguien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario