sábado, 5 de enero de 2013

10. ALTURAS.


Yo también cierro los ojos y noto cómo se acerca poco a poco a mi. Pero el sonido de unas llaves abriendo la cerradura nos interrumpe. Nos separamos rápidamente y nos limpiamos a duras penas la harina de la cara. Liam apaga la luz de la cocina rápidamente. No entiendo por qué. Pero no salimos. Me coge por los hombros y me empuja hasta la despensa. Nos está escondiendo. No comprendo sus motivos.
Madre mía. ¿Qué acababa de pasar? Hace unos segundos estábamos a punto de... ¿De qué? ¿Acaso me iba a besar? Seguramente sí. No me lo puedo creer. A lo mejor le gusto. Sería increíble. ¿Pero y si me estoy ilusionando y ha sido sin pensarlo? Puede que ahora empiece a evitarme. A lo mejor se ha ido todo al garete. ¡No! Menudo fastidio. Además, ha sido él el que se ha acercado primero. En todo caso sería yo la que tuviese que evitarle. Pero eso no va a suceder.
Karen- Cariño, no hagas tanto ruido a ver si vas a despertar a Liam. Estaba muy cansado.
Muy cansado no estaría si se ha levantado aproximadamente a las 07:00 para darme los buenos días de forma original. Quiero preguntarle por qué nos escondemos. Pero parece leer mi mente y me pone un dedo sobre los labios. No puedo hablar. Pero puedo mirarle. Que no está nada mal. Cada segundo que estoy con él me enamoro más. ¿Cómo es posible? Hace un par de días lloraba su pérdida y odiaba su regreso. Ahora no quiero ni que aparte su dedo índice de mis labios. Pero sin embargo lo hace. Intenta prestar atención a la conversación de sus padres.
Geoff- Ese chico dormiría con una orquesta tocando en su oído. No te preocupes.
Karen- Bueno. Dejamos las bolsas de viaje y nos vamos a desayunar. Me muero de hambre.
Nos quedamos escondidos un par de minutos más hasta que se escucha cómo los padres de Liam cierran la puerta con llave. Liam se levanta y enciende la luz. Como la vista se me ha acostumbrado a la oscuridad me veo obligada a entrecerrar los ojos. Parezco china. Eso le hace gracia a Liam.
Liam- Bueno, ¿hacemos las 'toltitas'?
Samantha- Ja, ja. Qué graciosillo.
Liam- Lo sé.
No sé dónde he dejado la receta impresa. Miro por la encimera pero no la veo. Camino hacia la puerta y piso algo sin querer. La receta. Me pongo en cuclillas y la cojo. Le leo a Liam los ingredientes en voz alta. Para ver si los tiene todos.
Efectivamente, los tiene. Lo saca todo y lo pone sobre la encimera. Listo.
Samantha- Necesitamos un bol grande.
Liam- Mira en ese armario.
Me señala con la cabeza el armario que está encima del frigorífico. Está demasiado alto para mi. Yo soy muy bajita. Lo ha hecho aposta. Pero no se va a llevar la satisfacción de saber que le necesito.
Cojo la escalerita de la galería en silencio y la pongo enfrente del frigorífico. Miro atrás. Está atento a los ingredientes y la receta. Está concentrado. Me gustaría hacerle una foto. Subo lentamente la escalera sin hacer ruido. Cuando llego a lo más alto abro las puertas del armario y busco un bol. Está muy al fondo y no llego. De repente noto que alguien posa sus manos en mi cintura. Del susto ahogo un grito y casi me caigo. Pero él me sujeta.
Liam- ¿Necesitas ayuda?
Aunque no le veo sé que está sonriendo. Al final ha ganado. Me rindo. Me intento bajar pero Liam sigue sujetándome por la cintura. A lo mejor a lo que intenta ayudarme es a llegar, no a bajar.
Liam- Recuerda: Nunca te rindas.
Muy filosófico por su parte. Pero la física opina que yo tengo los brazos cortos y eso es indiscutible. No alcanzo. Estiro el brazo tanto como puedo y Liam me impulsa un poco. Al final llego. Cojo un gran bol rojo de plástico y lo poso sobre la encimera. Liam me ayuda a bajar pero se lo impido excusándome con que yo puedo sola. No soy una niña pequeña.
Pero el tropezón que me pego sí que es de una niña pequeña. Si Liam no hubiera llegado a estar detrás de mi habría caído de bruces contra el suelo. Me veo obligada a darle las gracias. Pero lo digo tan flojito que no me oye. No debería de sentir vergüenza porque son mucho años juntos y ya sabe cómo soy. Pero aún así me pongo un poco roja. Intentaré cambiar de tema.
Samantha- Bueno. Tenemos los ingredientes. El bol y necesitamos una batidora.
Liam- ¿Sabes qué? No sabemos cocinar. ¿Nos vamos a una cafetería?
¿En serio? Me he jugado la vida en esas escaleras para coger un bol. Y ahora quiere dejarlo. Yo le mato. Le empiezo a dar pellizcos en la barriga. Empieza a reirse. Yo intento mantener mi expresión de enfado pero no me dura mucho tiempo. Vuelvo a intentar escaparme. Pero esta vez lo consigo y corro por toda la casa hasta llegar a las escaleras. Donde me coge en brazos y me sube hasta su habitación. Me lanza a la cama con suavidad y se tira encima mía. Me estoy riendo pero la situación me parece un poco extraña.
Samantha- ¿Pero qué estás haciendo? ¡No, no! ¡PARA!
Me está haciendio cosquillas. No. No, por favor. No soporto las cosquillas. Las tengo por todas partes. Es un castigo de por vida. No puedo para de reír. Me va a matar. Me hace cosquillas en el cuello, en la barriga y en las piernas.
Liam- Solo pararé si me das una cosa.
¿Qué cosa? A este paso lo que le voy a dar es una torta. No puedo más. Estoy empezando a llorar. Parezco estúpida. Lloro y río a la vez. Para unos segundos para ver si me está haciendo daño o algo por el estilo.
Samantha- ¿Qué te tengo que dar?
Vuelve hacerme cosquillas. Pero para enseguida. Me seco las lágrimas como puedo y le miro fijamente. ¿Que quiere de mi? Entonces me pone la mejilla y con el dedo índice se da golpecitos. Quiere un beso. Como es en la mejilla no me lo pienso dos veces. Se lo doy. Pero antes que se lo dé gira la cabeza y sin querer se lo doy en los labios. Mi primer beso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario