sábado, 5 de enero de 2013

44. CAMBIOS.


No suelo hacer tantas cosas en un día. Me encuentro realmente agotada. Solamente quiero desplomarme sobre mi cómoda cama y desconectar del mundo en el que vivo. Las emociones han aflorado por todas partes. He llegado a sentir amor, frustración y confusión en una mañana. Los sentimientos monótonos son mucho más llevaderos. No puedo dejar de pensar en todo lo que ha sucedido. En cómo he descubierto algunas cosas. También me he dado cuenta de otras. Como que puedo ser fuerte, pero débil. No soy estable respecto a mis emociones. No me resulta fácil desempeñar determinadas cosas. Por muy sencillas que parezcan a simple vista. He llegado a la conclusión de que soy vulnerable. Realmente vulnerable. Si me quitan algo que quiero, muero por dentro. No es fácil. Nada es fácil. Crecer es realmente duro.
A lo largo de lo que llevo de día, no he dejado de pensar en el futuro. Ese temido enemigo. Aquel que te hace temer lo nunca temido. Todo es incierto. No puedes saber lo que te espera. Vamos con los ojos vendados hacia destino. Torpes. Inexpertos. Inmaduros respetco al tema. Se supone que es ahí cuando se crece. Cuando tomas decisiones con diferentes resultados. Resultados inesperados que pueden llegar a ser dolorosos o maravillosos. Pensamos en todas las posibilidades, pero siempre se nos escapará algo que nos hará caer al suelo. y en el momento en el que nos pongamos de pie, demostraremos de lo que estamos hechos. No importan las veces que te caigas si siempre te vas a levantar.
He meditado sobre lo que quiero. Cómo me imagino dentro de 10 años. Me gustaría verme con un empleo estable como doctora. Casada. Con dos hijos preciosos. Feliz. ¿Pero y si no puede ser? Cabe la posibilidad de que no consiga sacarme la carrera. O de que sea estéril. No lo puedo saber con certeza hasta que llegue el momento. El futuro está escrito, pero nunca sabremos donde. Esta idea me resulta mareante. Me veo obligada a apoyar la cabeza sobre la almohada y contemplar con la vista nublada el techo. ¿Qué me esperará para el día de mañana? Con el accidente me dí cuenta de lo frágil que es la vida. Que en un 'chas'`, puede desaparecer todo. De lo poco preparados que estamos para ello. Estamos hechos para vivir y disfrutar. ¿Pero cuántos de nosotros lo hacen realmente? No nos sentimos completamente llenos cuando estamos a un paso de la muerte, nos faltan cosas por hacer. Posiblemente nos falte por hacerlo todo. Mucha gente muere sola. Sin descendencia. Por miedo al compromiso o simplemente por las pocas ganas. Cada uno encuentra la felicidad a su manera, pero como no busques distintas formas para hallarla, nunca conocerás la variedad en la que te encuentras. Yo he vivido 18 años sumida en la oscuridad. Fuera de lugar. Sin hacer nada, basándome en cosas que realmente no me llenan. Estudios. Simples estudios. Me darán de comer el día de mañana, claro está, pero, ¿qué más? La satisfacción de salvar vidas puede que me llene, ya lo sabré. Pero hacer otras cosas, como pintar, viajar, bailar. Todo. Quiero hacer todo lo que ésta vida me proponga. Quiero hacer paracaidismo, puenting, quiero escalar altas montañas. Quiero hacer esa clase de cosas.
He sufrido una experiencia que no le desearía a nadie. Pero por una parte ha sido como una especie de escarmiento, ha tenido una mínima parte buena. Me ha abierto los ojos. Me ha hecho ver cosas que antes no veía. La vida. El vivir. Me ha hecho ser más apasionada. Más abierta. Quiero cosas que antes no quería. Me he puesto metas con las que nunca soñaría. Antes me basaba en ponerme pequeñas metas para cumplirlas con seguridad. Pero ahora quiero soñar a lo grande. Sueño con tocar una nube. Con volar a la Luna. Con explorar el fondo submarino. He comprendido que si quiero algo, puedo conseguirlo. Poner todo mi empeño en ello y ya está. No quiero ser la persona que era antes. Soy más fuerte con estos pensamientos. Me crezco moralmente, soy lo que quiero ser. Si quiero ser un pájaro seré un pájaro. Todo es mentalizarse, es más fácil de lo que pensamos. La falta de ganas nos echa para atrás, pero es que es cierto que los sueño pueden ser cumplidos.
Estoy decidida a una cosa. Completamente segura y nadie me podrá parar. Quiero continuar con mi nuevo cometido, dejar lo demás atrás. Dejo mi mareo a un lado y me incorporo sobre la cama para a continuación ponerme en pie. ¿Dónde lo he dejado? Busco con la mirada todos los posible rincones y superficies. Lo diviso entre los millones de folios de mi mesa. Destaca entre ellos por su fuerte color rojo. Rodeo la cama para llegar hasta él y lo cojo con ambas manos. Me lo acerco a la cara y sonrío. Es definitivo.
Mis padres duermen la siesta en su habitación, por lo que salgo por la puerta de mi habitación abierta de puntillas. Haciendo el más mínimo ruido posible. Me agarro a la barandilla con una mano mientras que con la otra sujeto el pequeño libro. Bajo con habilidad y rapidez, como un gato, las escaleras. Me acerco a la chimenea humeante y me pongo de cuclillas frente a ella. Observo las lenguas de fuego que se agitan en el estrecho espacio y aparto la regilla con cuidado de no hacer ruido. Miro por última vez aquel pequeño libro rojo. Estoy decidida, no volveré atrás. No pienso volver al pasado. Voy a comenzar de nuevo. Mejor. Lanzo el diario con ganas contra el fuego que comienza a chamuscar las esquinas. La antigua Sam ha muerto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario