sábado, 5 de enero de 2013

26. EXPECTACIÓN.


Plato. Cuchillo. Plato. Vaso. Cuchillo. Plato. Plato. Estoy fregando con parsimonia los platos y cubiertos ahora que Ruth y Johanna se han ido. Mientras tanto recuerdo la conversación en el salón. El comentario de Ruth me dejó completamente en blanco. ¿Bonita pareja? Pero lo que me sorprendió de verdad fue el comentario de Liam: "Yo también lo pienso". Menuda forma de insinuarse. Me quedé calladísima después de eso. No sabía qué decir, no me salían las palabras. ¿En serio pensaba eso? En cuanto lo dijo me puse roja como un tomate, pero me escondí detrás del cojín para ocultarlo. Después de eso Johanna no dejaba de decir cosas del tipo de: "Bueno, Sammy, ¿y a qué esperas?". Liam se reía con ellos, pero yo me atragantaba. A lo mejor es simplemente una broma. Algo divertido. No lo pensará de verdad, simplemente sería para hacer la gracia. Aunque Ruth y Johanna parecen pensar que hacemos buena pareja de verdad. Y ahora que lo pienso. Yo también lo creo. Nos llevamos de maravilla, pero hay algo entre nosotros que indica que no somos simples amigos, sino algo más. Y yo lo noto.
Liam- Pásame el trapo, por favor.
No me había dado cuenta de que estaba a mi lado. Estaba demasiado inmersa en mis pensamientos como para pensar en otra cosa. He llegado a fregar los platos y cubiertos sin mirar, y sorprendentemente están bien limpios. Un aplauso para Sam. Tengo las manos heladas del agua del grifo fría. Cojo el paño que tengo a mi izquierda y se lo paso. Al entrar en contacto con su mano mi piel se alivia. Tiene la mano caliente. La mía parece un trozo de hielo a su lado. Permanezco así un par de segundos, observando nuestras manos. Pero retiro la mía al darme cuenta de que él también las mira. Me dice gracias por lo bajo y yo me seco las manos con el otro trapo. Son las cuatro de la tarde y no tengo sueño. Normalmente me echo la siesta, pero hoy no tengo ganas. Así que me siento en el sofá y enciendo la tele. Comienzo a hacer zapping hasta llegar a algo interesante. Están dando una película. No tengo ni idea de cuál es, pero he tenido la suerte de que acaba de empezar.
Liam- ¿Qué película es?
Me giro al oír su voz. No le he oído entrar al salón. Se sienta a mi lado apoyando el codo en el brazo del sofá. Observo la pantalla para ver de qué va. Aparece el título en la pantalla: "50 primeras citas". Seguro que va de un tío que se lía con todas las chicas que se encuentra por el camino. Segurísimo.
Liam- Ésta película te va a gustar.
¿La habrá visto? Supongo que sí, sino no lo diría. Y es que mi primera impresión es de un ligón. A lo mejor es una película muy bonita. Quién sabe. No he de juzgar sin conocer, la veré. Liam se levanta y desaparece tras la puerta de la cocina. Oigo como se abren varías puertas y a continuación un zumbido. ¿El microondas? Entonces lo huelo. Está haciendo palomitas. Perfecto, huele a cine. Al cabo de un minuto Liam vuelve con un gran cuenco azul lleno a rebosar de palomitas. Me lo deja sobre el regazo y empiezo a picotear mientras observo la pantalla. Después de un rato viendo la película confirmo que me gusta. De momento solo se han conocido, pero es todo muy bonito. Se conocen en una cafetería, ella es una profesora de arte y él un biólogo marino. A él ella le llama la atención y busca la forma de acercarse a ella. Cuando ella se va está decidido a volver al día siguiente para verla de nuevo. Pero se lleva la sorpresa de que ella parece no reconocerle. Al informarse descubre que Lucy, la chica, padece una amnesia anterógrada, a consecuencia de un accidente. El resultado es que no tiene ningún recuerdo de nada que haya pasado entre el día del accidente y el presente, porque Lucy es incapaz de convertir la memoria de corto plazo a largo plazo. Por eso Liam me ha dicho que me gustaría. Me reflejo en ella, y me parece realmente triste. Aún así escucho atenta los acontecimientos. Henry, el chico, no se echa atrás al conocer su historia, en cambio se propone enamorarla de una forma distinta cada día.
Sin querer me apoyo en Liam y mantengo mi cabeza en su pecho. Necesito contacto, ésta película me resulta realmente triste. Él me susurra al oído que todo irá bien. Pero a mi me rompe el corazón ver que ella nunca le recordará. No quiero seguir viendo ésta película. ¿Por qué me ha hecho esto? Sólo me hace pensar que jamás le recordaré. Empiezo a gimotear lo más en silencio que puedo, no quiero que me oiga. Pero resulta ser un intento fallido, porque se da cuenta y me coge la mano, apretándola suavemente para calmarme. Más o menos funciona. Me he acabado las palomitas yo sola de los nervios. La película ha terminado. Y el final es tan feliz que rompo a llorar. Antes me daba pena, ahora me da envidia. Escondo la cara en el pecho de Liam. Parece no importarle que le llene de lágrimas, porque simplemente me acaricia el pelo y me susurra que no sucede nada. Claro que sucede algo. No le recuerdo y me duele en el alma, y ésta película me ha hecho darme cuenta, no es justo. Empiezo a hacer ruidos extraños porque lloro con más fuerza, así que Liam me obliga a mirarle a los ojos. Me mira con compasión. Sabe lo que sufro, parece que ésta es su forma de decirme que si no llego a recordarle no dejará de quererme. Esto me hace llorar todavía más.
Liam- Te voy a contar otra anécdota. Teníamos 5 años. Estábamos en la playa con nuestros padres. Tú aún nadabas con manguitos y yo te decía que algún día tendrías que despedirte de ellos. Tú te negabas pero al final te convencí de que ese sería el día. Así que nos deshicimos de los manguitos. Te agarraste a mis pequeños hombros con todas tus fuerzas y me dijiste que tenías miedo. Yo te agarré de las manos y te dije que movieras las piernas. Te pusiste tan nerviosa que saliste del agua con la excusa de que tenías hambre. Yo me quedé dentro y se me ocurrió una idea. Como nuestros padres estaban entretenidos hablando entre ellos y tú comías sentada en la arena, fingí que me ahogaba. Tú me oíste al primer grito y te lanzaste al agua sin pensártelo dos veces. Empezaste a nadar, a nadar y a nadar y cuando llegaste hasta mí empezaste a sacudirme. Yo empecé a reír diciendo que ya sabías nada y me pegaste una bofetada. Mereció la pena.
Al escuchar la historia he dejado de llorar. Es bastante gracioso. Lo que puede hacer la gente cuando le das un susto. Los escarmientos sirven para movilizar a las personas. Si no sucede algo no reaccionamos ante ello. Me cuenta pequeñas historias hasta que se hace la hora de la cena. Escucho cada una de ellas expectante. Río en los momentos cómicos y pongo cara de pena en los tristes. Pero cada una de esas historias Liam las cuenta con toda la ilusión del mundo, con añoranza. Como no tenemos mucha hambre no preparamos cada uno un sandwich y él continúa contándome historia sobre los dos. Hemos vivido muchas cosas. Se nos hacen las 22:30 cuando me entra el sueño. Empiezo a cerrar los ojos cuando estoy tumbada en el sofá.
Samantha- Liam, tengo sueño.
Liam- Pues vamos arriba.
Me coge de la mano para que no me caiga y subimos al piso de arriba. ¿Dónde voy a dormir? En el cuarto de dos camas, supongo. Pero Liam me suelta y entra para coger uno de los colchones. Puede con él sin problemas. Me hago a un lado para que pueda pasar y anda hasta su habitación para colocarlo al lado de su cama. Las sábanas están intactas. Yo cojo la almohada que ha caído por el camino y la dejo encima. De pronto caigo en algo, un detalle importante, al menos para mi.
Samantha- No tengo pijama.
Liam- No hay problema.
Se pone enfrente de su armario y abre las puertas de par en par. Rebusca entre los cajones hasta sacar una camisa demasiado enorme para mi. Es de béisbol. ¿Pretende que duerma con una camiseta suya? No voy a dormir desnuda, así que la acepto y me meto en el baño para cambiarme. Me quito los pantalones, la camisa y el sujetador y los dejo encima del lavabo. Me pongo la camiseta. Parece que llevo un vestido. Me llega por encima de las rodillas. Salgo del baño con mi ropa en la mano y la dejo en la silla del escritorio. Veo que Liam está tumbado en la cama de la otra habitación con su pijama ya puesto. Pensaba que iba a dormir yo ahí.
Liam- Qué guapa, te sienta mejor que a mi.
Le sonrío y me tumbo en la cama de Liam. Es realmente cómoda. Al reposar la cabeza en la almohada me doy cuenta de lo cansadísima que estoy. Necesito dormir. Pero me siento mal al ver a Liam durmiendo en el suelo. Ésta es su cama y yo la he invadido. Me asomo por su lado y veo que observa el techo. ¿En qué estará pensando? Daría lo que sea por saberlo. De pronto digo algo sin pensarlo.
Samantha- Duerme conmigo.
Liam- ¿Cómo?
Samantha- No quiero dormir sola.
Liam se pone en pie y yo le hago un sitio para que se tumbe. Al hacerlo me pasa el brazo derecho por la espalda y yo me apoyo en su pecho. Es un poco extraño, pero no me arrepiento de habérselo pedido. Noto cómo me da un beso en el pelo. Inconscientemente esbozo una sonrisa. Soy feliz.
Liam- Buenas noches, princesa.

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