sábado, 5 de enero de 2013

3. RECUERDOS.


Imposible. No podía haber vuelto. ¡No! Sé que le echo de menos, pero estoy enfadada. Enfadada porque no me ha llamado desde entonces, ni en mi cumpleaños ni en ningún otro momento. Estoy enfadada porque obviamente no soy digna de sus pensamientos. Enfadada porque a pesar de todo me alegro de que haya vuelto.
Me arrepiento de haberle colgado de esa forma a Johanna, no se lo merece, solamente me ha informado. Tendría que haberle dado las gracias, pero es que la noticia me ha trastocado. Es lo último que me esperaba. Cuando se fue nunca me paré a pensar que algún día tendría que volver. Sí, es bastante estúpido por mi parte, pero cuando se fue solo pensaba en su pérdida, y no en un posible regreso.
Volví a mi habitación a por el móvil, no sé donde lo había dejado. Posiblemente lo habría lanzado sin querer. Miré encima de la cama, luego debajo por si se había caído. Nada. Miré en el bordillo de mi ventana, que daba a la calle. Me paré en seco. Desde aquí podía ver la casa de Liam. Todas las casas son iguales, pero esa tiene algo especial. De pequeños era una casa encantada, de menos pequeños una pista de baile y lugar de tonterías variadas... Ahora solo es una casa, con un jardín, un árbol y una pequeña piscina. Aparentemente vacía. No por mucho tiempo.
Estaba en mi mesita de noche. Me acerqué a cogerlo y tenía 3 llamadas perdidas de Johanna. Estaría preocupada. Tecleo su número rápidamente. Me lo sé de memoria. No llega a los dos pitidos cuando lo coge.
Johanna- ¡Sam, joder! Pensaba que te había dado un algo o yo que sé.
Samantha- ¡Lo siento, lo siento! La verdad es que casi me daba algo, tenía que mirar una cosa para asegurarme. Siento haberte colgado sin decirte nada.
Johanna- No pasa nada... no me puedo enfadar contigo. ¿Cómo te encuentras?
Exhausta, impactada, dolida, impresionada, feliz, triste, olvidada... Pero lo más fácil es mentir.
Samantha- Supongo... que bien, no sé. No tiene importancia.
Johanna- ¿Que no tiene importancia? Estás loca, tiene toda la importancia del mundo. Que nos conocemos ya, Sammy. Cuéntamelo.
Samantha- No me gusta hablar de estas cosas por teléfono, ¿no podemos quedar esta tarde y lo hablamos mejor?
Johanna- Tú lo que quieres es un abrazo.
Samantha- Vale, me has pillado. Te necesito más que nunca, Jo.
Johanna- Esta tarde a las 17:00, paso por tu casa y nos largamos de aquí, ¿de acuerdo?
Samantha- Me parece perfecto. ¡Hasta luego!
Johanna- Adiós, te quiero preciosa.
Cuelga ella la primera. Dejo el teléfono sobre mi escritorio y me tumbo en la cama deshecha. Quiero dejar de pensar, pero es imposible. Quiero llorar, pero estoy seca. Quiero gritar, pero tengo un nudo en la garganta. Siempre hay 'peros'.
Observo con añoranza la pared. Llena de fotografías. Parezco feliz. Me gustan las fotografías. Parecen la única manera de plasmar un buen momento. Te ayuda a recordar buenos tiempos cuando todo es oscuro. Pero mi oscuridad está provocada por esa felicidad, así que es irremediable.
Poco a poco se me van cerrando los ojos. No puedo abrirlos, los párpados me pesan como si fueran de plomo. No me resisto, porque es lo que necesito. Entonces es cuando empiezo a soñar. No es una pesadilla, todo lo contrario. Tampoco es un sueño, es más bien un recuerdo. Estamos en una pradera, abundante de flores y hierba. Es un paisaje precioso. Me resulta familiar. Me acerco poco a poco al claro. Hay una pequeña mantita de picnic, con una cesta. Me pongo de rodillas y abro la cesta. Está llena mis chuches favoritas. Ositos de Haribo, nubes, regaliz... Para mi eso es oro. De repente oigo una voz que viene de detrás de uno de los árboles que me rodean.
Voz- Sam...
Esa voz me resulta familiar, pero no sé de donde proviene. Me pongo nerviosa, y vuelve a sonar. Cada vez más cerca.
Voz- Sammy...
En ese mismo instante, aparece. Detrás del manzano aparece Liam. Vestido con una camisa liviana y unos pantalones vaqueros. Está guapísimo. Lleva un ramo de flores en la mano derecha y unos folios en blancos en la izquierda. Me mira a los ojos con una gran sonrisa en la boca. Se acerca a la mantita de picnic y se sienta a mi lado. Todo esto creo haberlo vivido antes. Me entrega las flores, con gesto amable, como siempre.
Samantha- ¿Y éstas flores?
Liam- Cuando venía de camino las vi y me parecieron muy bonitas. Por eso te las he traído.
La verdad es que eran muy bonitas. No conocía sus respectivos nombres, pero el conjunto de flores rosas, blancas y magentas me parecía precioso. Lo había visto antes.
Samantha- Muchas gracias *sonriendo*. ¿Y esos folios?
Liam- ¿Qué folios? ¡Ah, vale! Es la canción que te dije que estaba escribiendo para ti, y he venido a pedirte ayuda. Ya sé que suena raro pedirte ayuda para algo que es para ti. Pero necesito tu opinión.
Samantha- ¿Pedirme ayuda? Si sabes que no tengo imaginación.
Liam- No digas tonterías, claro que la tienes.
Me entregó las hojas y me puse a leer la canción. Era preciosa y era para mi, pero no tenía nombre, eso me extraño. Antes de que pudiera preguntarle por qué no tenía nombre me quitó los folios de las manos y empezó a cantarla. No pude evitar llorar. Escrita ya era preciosa, pero cantada por él, era un sueño.
Samantha- ¿Cómo...cómo s.. se llam...a?
Liam se acercó a mi, me secó las lagrimas con el pulgar. Estaba muy cerca de mi, oía su respiración. Me miró directamente a los ojos y entonces me susurró:
Liam- Moments.

No hay comentarios:

Publicar un comentario