sábado, 5 de enero de 2013

34. BELLEZA.


Me refería a que me vida pertenece al futuro, pero ahora que lo pienso da a entender otra cosa. Miro alarmada el rostro de Liam esperando ver agitación en su mirada o aturdimiento, pero está tan pasible como siempre. Observando el suelo con una leve sonrisa bailando por su boca. Lo ve como lo más natural del mundo. Tengo la sensación de que siempre nos hemos dicho esa clase de cosas. Pero sin darle importancia alguna. Puedo decirle que le quiero sin que se lo tome en serio. Puedo darle a conocer mis sentimientos recibiendo como respuesta una pequeña risa. Así de simple. Pero no es tan bueno como lo estoy pintando. ¿Y si un día decido contarle lo que creo que siento? O simplemente lo que siento. Querría que me tomase en serio, obviamente, pero la pregunta es: ¿Lo haría? Supongo que sabrá cuando hablo en broma o cuando soy seria. Esas cosas se perciben. La verdad es que no soy muy diestra en cuanto a descifrar expresiones y miradas, pero con Liam es distinto. Sé cuando está triste, feliz, avergonzado y todos los sentimientos posibles. Es como si tuviésemos una conexión especial entre nosotros. Que todo lo que hagamos el uno y el otro será comprendido entre nosotros. Es algo extraño. Difícil de explicar, pero maravilloso. Me obliga a sonreír este pensamiento. Liam me mira sonriente y con un gesto de la mano me coloca un mechón de pelo que me cae tras la oreja. Este movimiento tan simple provoca de repente en mi una agitación descomunal. Mi respiración y el latido de mi corazón no se regulan hasta que Liam aleja la mano de mi pelo. Lentamente.
Liam- Eres preciosa.
El comentario me pilla de sopetón. ¿Preciosa? ¿Qué tengo yo de preciosa? Lo único bonito en mi es... Nada. No hay nada en mi que provoque en la gente un: ¡Oh, pero mira a esa chica! Y si lo llega a haber será para decir que soy lo más normal del mundo. Instintivamente peino mi pelo. Mi pelo es la cosa más insulsa que vas a encontrar en la vida. Es de un color raro. Rubio oscuro. ¿Pero qué color es ese? Ni siquiera tengo mechas naturales como muchas chicas que veo. Mi color de pelo tira a castaño. Y encima liso. No hay cosa que más odie en este mundo. Mi pelo completamente liso. Nunca ha tenido vida. Desde bien pequeña ha sido liso. Liso y corto. Me pasaba la vida llevando pequeñas coletas. Ya de pequeña odiaba mi pelo liso. Siempre he querido tener el pelo rizado, o simplemente ondulado. Y ahora mi cuerpo. Mi cuerpo no llama la atención a nadie. Es normal. No es nada espectacular. A mi no me gusta, y con eso me basta. Ahora mi ojos. Mis ojos marrones verdosos son lo único que puedo llegar a decir que son bonitos. A lo mejor solo le gustan mis ojos. Pero mi pregunta es: ¿Qué ve?
Liam- No me mires así, es la verdad.
Samantha- Siento decirte que estás equivocado. Me resulta incluso cómico que lo digas.
Su expresión me muestra que se encuentra confuso ante mi comentario. Yo me pongo de pie y salto al césped sin bajar por las escaleras. Ha sido algo instintivo, ni siquiera me he hecho daño en los talones. O no he querido que me hicieran daño. Cruzo los brazos y estando de espaldas a él oigo como Liam salta detrás de mí y se acerca hasta que escucho su voz cerca de mi oído. No me pienso girar.
Liam- ¿A qué te refieres?
Samantha- Me resulta gracioso que digas que soy guapa cuando aquí el único guapo eres tú.
Liam- No sabes lo que dices.
¿Que no lo sé? Tengo unos ojos que me confirman lo que digo. Con eso me basta. Cualquier chico desearía parecerse a Liam. Esos ojos. Ese pelo. Esa sonrisa. Ese cuerpo. Lo tiene todo. No me puedo creer que no tenga una larga fila de chicas tras él intentando pedirle salir. Simplemente me parece inconcebible que no vea con sus ojos lo guapo que es. Es bello. Es lo más bello que he visto en mi vida. Me frustra que me diga lo contrario. Yo puedo decir que soy fea. Pero realmente me da igual como sea físicamente. Me centro más en pulir mi personalidad y mi forma de ser. Pero es que él es guapo y tiene una personalidad impecable. Única. Últimamente siento que no me lo merezco del todo. Parece demasiado para mí.
Samantha- ¡Claro que lo sé! Es la verdad, es lo que todo el mundo sabe. Samantha Holoway jamás será una chica bonita.
Corro hacia el interior de la casa con las manos cubriéndome la cara. Estoy llorando sin motivo alguno. Me siento tan tonta ante mi reacción que lloro con más fuerza. Los sollozos han sido reemplazados por fuertes llantos. ¿A qué viene mi reacción? Si yo misma me he dicho que me importa un comino mi aspecto físico. Que solamente me molesta que me lleve la contraria sabiendo que tengo la razón. Simplemente me ha impactado que me dijese ese cumplido. Me ha sorprendido que no me lo haya dicho con simplicidad. Me lo ha dicho como guardando un secreto. Ha sido como un suspiro. Como que lo ha admitido. Como que se lo ha guardado. Me he sentido agobiada ante la idea. Y no lo entiendo. Mis hormonas están revueltas. Botan de aquí para allá sin una meta. Solo quieren molestarme. Ahora que estoy tumbada boca abajo sobre la cama de Liam siento que necesitaba llorar. Descargarme. Que no he llorado por lo que hemos hablado. Solo ha sido como un pequeño empujón. Necesito llorar por todo lo que ocurre. Por todo lo que ha ocurrido y lo que no ocurre. Por las cosas que he pasado y estoy pasando. Por lo injusto que me resulta mi enfermedad. De lo duro que me parece no recordar a quien quiero. He sido castigada por el mundo. Y no tengo ni idea de lo que he hecho. Quiero respuestas, lo que sea.
Me quito la ropa que llevo puesta que se me ha ensuciado y me doy una rápida ducha para relajarme. La tensión desaparece junto a la suciedad y me seco con consistencia hasta secarme completamente. Ahora pienso en lo que acaba de suceder y en lo estúpido que me parece. He sido realmente tonta con Liam, le debo una disculpa. Me vuelvo a poner el vestido que me puse ayer y bajo las escaleras a trompicones hasta llegar al bajo. Me he pensado la disculpa para Liam durante el camino, pero al llegar al bajo no me encuentro a nadie. ¿Y Liam? Me asomo a ambos jardines sin recibir respuesta de mis llamadas y vuelvo a la casa para adentrarme a la cocina y observo cómo una pequeña nota amarilla pulula sobre la encimera mecida por el viento que corre por la pequeña ventana. Me acerco para leer el mensaje: "Vuelvo en 5 minutos." ¿Adónde puede haber ido? Sin más dilación camino hasta la puerta trasera que me lleva al jardín donde se encuentra la piscina y contemplo cómo el agua ha subido hasta casi llenar la piscina por completo. Mi mirada acaba puesta en los tablones de madera grandes. No sé por qué voy a hacer lo que voy a hacer, pero siento la necesidad de hacerlo. Siento que es mi forma de pedir perdón.
Cojo con ambas manos realizando el movimiento que ejercí antes sobre una de las grandes y anchas tablas. La alzo del suelo unos pocos centímetros y camino rítmicamente hasta el jardín delantero con la tabla. El camino se me ha hecho más ligero. La otra vez lo pasé realmente mal. Sufría por si caía con la tabla. Ahora estoy segura de que lo conseguiré. Aparte de servirme como disculpa me está ayudando a crecerme. Ser más fuerte en cuanto a expectativas. Me estoy dando cuenta de que si yo quiero, puedo. Vuelvo a por otro tablón realizando los mismos movimientos que con el anterior y así hasta llevar los dos restantes. Al dejar el último tablón sobre el suelo coloco los brazos en jarras y suspiro fuertemente quitándome el sudor de la frente. Sonrío orgullosa de mi misma. Lo he conseguido.
Observo un momento el cielo ligeramente nublado antes de montarme en el columpio. Me balanceo con suavidad tarareando alguna que otra canción. Probablemente ni existan, pero tengo la necesidad de producir melodías. Alegres. Esperanzadoras. Bonitas. Vuelvo a mirar arriba, al cielo. Y me quedo contemplando el batir de alas de un pequeño pájaro. Fuerte y veloz surca los cielos. Me gustaría ser como él. Me gustaría ser un pájaro y llegar a sitios a los que nadie a conseguido llegar nunca. Sentir la libertad dentro de mí. Sería una sensación impresionante, pero imposible. Dejémoslo en que soñar es gratis.
En cuanto bajo la vista veo cómo una figura alta se acerca a mí. Como he observado el sol un par de segundos he de entrecerrar los ojos para saber quién es. A los pocos segundos descubro que quien se acerca es Liam. Con algo en la mano. ¿Qué lleva? Por fin no siento necesidad de entrecerrar los ojos porque ha llegado hasta donde me encuentro. Pongo los pies en el césped parando en seco. Observo en silencio cómo extiendo el brazo para ofrecerme el ramo de flores que sujeta. Lo cojo con cuidado de que no se caiga y olisqueo el aroma que desprenden las pequeñas y brillantes flores blancas y violetas. Es un ramo precioso. Le habrá costado una fortuna.
Liam- Para mi eres la chica más preciosa del mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario