sábado, 5 de enero de 2013

6. DISCULPAS.


No sé como reaccionar. ¿Le doy un abrazo, dos besos, le saludo con la mano, me voy haciendo la croqueta? No tengo ni idea. Pero él sí parece saber lo que hacer. Se acerca a mi corriendo con los brazos abiertos. No lo recordaba tan grande. Está más alto. Más fuerte. Más guapo. Se ha cortado el pelo. Menos mal. No había quien acabase con esa melena. Parecía el quinto Beatle, como decía mi padre. No podía apartar la vista de sus ojos. Parecía feliz. Feliz de verme. No me lo puedo creer. ¿Quién diría que ha pasado de mi estos últimos dos años?
Cuando llega me envuelve en sus brazos y me da un fuerte abrazo. Como solamente él sabe darlo. Incluso me levanta del suelo. Y cuando me deja donde estaba me quedo observándole un rato. Ha cambiado mucho. Físicamente. Me sigue mirando con su permanente gesto amable. Es adorable.
Liam- No sabes cuánto te he echado de menos.
Si tanto me has echado de menos, ¿por qué no me has llamado? ¿Por qué no has contestado a mis SMS's? ¿Por qué no respondiste a mis felicitaciones? Todo el odio acumulado desaparece cuando me sonríe. Ahí es cuando empiezan a humedecerse mis ojos. No Sam, ahora no. Pero es tarde. Estoy llorando.
Samantha- Yo... yo también te... te he echado de m... menos. Oh, Dios. Soy una idiota.
Liam- ¡Eh, eh, eh! ¿Por qué dices eso? No eres ninguna idiota. Y no llores, por favor. No me gusta verte así.
Entonces es cuando le abrazo yo. Es real. Ha vuelto. Está conmigo y no se va a ir. Todavía. No quiero pensar en eso. No quiero despegarme de él. Ahora es cuando me doy cuenta de lo mucho que le he echado de menos. Le quiero demasiado. Y no quiero que este momento acabe. Pero no es posible, porque se separa de mi.
No sé si echarle en cara que no me llamara. No sería un buen recibimiento. Mejor lo dejo para otro momento. Es hora de una reconciliación.
Samantha- Te he echado muchísimo de menos, Payne. ¿Hasta cuando estás aquí?
Liam- Y tú no sabes lo que he echado de menos tu compañía... Pues no tengo ni idea. Unos dos meses o más. Tenemos que recuperar el tiempo perdido. Sigo con la idea de hacer una casa en el árbol.
La casa en el árbol. Lleva desde los ocho años diciendo que quiere una casa en su árbol. Un lugar donde poder comer chucherías sin que nos hicieran parar. Un lugar donde esconderse. Yo siempre le he apoyado, pero nunca hemos podido hacerlo. Era muy difícil. Eramos pequeños. El columpio intentó ser un sustituto de su sueño. Pero salió mal parado. Así que vimos difícil que si no podíamos contruir un simple columpio, nos resultaría complicado hace una casa. Y en un árbol. Bueno, soñar es gratis.
Samantha- Es cierto, me has tenido a dos velas estos dos años. Necesitaba aventura.
Liam- Pues te vas a hartar de aventura... ¿Sabes que me he sacado el carné de conducir?
Samantha- ¿Tú? ¿Con lo torpe que eres? Seguro que provocas alguna desgracia.
Liam- Ja, ja. Qué graciosa eres. Ya me pedirás que te lleve a algún sitio.
Samantha- Prefiero ir andando a los sitios. Ya sabes, para hacer ejercicio.
Mentira, mentira cochina. Odio el deporte. Odio sudar. Odio a los profesores de educación física. Con toda mi alma. Vive amargados y lo pagan conmigo. Siempre sacaba mala nota. Menos mal que no tendré que volver a hacer esa clase de inútiles esfuerzos. Si por mi fuera estarían fuera del programa estudiantil. Quien quiera hacer ejercicio, que lo haga. Punto.
Liam- Lo dice una amante del deporte.
Cómo me conoce. Siempre me encubría cuando tenía que dar vueltas y vueltas al patio. Se ponía a un lado mío evitando que me viera el profesor para que así yo no tuviese que correr. Cómo se veía obligado a ir más despacio le pusieron dos puntos menos en velocidad. Pero nunca pareció importarle. Siempre le estaré eternamente agradecida.
Samantha- He cambiado mucho. Más de lo que crees.
Liam- Vaya, pero si te has vuelto misteriosa.
Samantha- Siempre lo he sido. Pero nunca has sabido apreciarlo.
Liam- ¿Y por qué ahora sí lo hago?
Samantha- A lo mejor porque eres tú el que ha cambiado mucho.
Lo digo sin pensarlo. A lo mejor lo duele. Lo he dicho muy bruscamente. Agacho la cabeza para no ver su mirada. Me siento horrible. Soy una mala persona. Pero la tentación me puede y acabo levantando la mirada, poco a poco. Está igual. Incluso sonríe. Me mira de una forma muy extraña. No sé descifrar lo que dicen sus ojos.
Liam- Sinceramente. Sí que he cambiado.
Samantha- ¿Sí? ¿Cuánto?
Liam- Mucho. Me han enseñado a ser repelente.
Samantha- ¿Más?
Entonces veo ese brillo en sus ojos. Alegría. Eso que hace mucho tiempo que no se proyecta en mis ojos. Me doy cuenta de que me duele la boca de sonreír. Pero no dejo de hacerlo. Aunque quisiera no podría. Me he quedado enganchada. Enganchada a él.
Samantha- No has cambiado nada.
Liam- Menos mal.
Samantha- Eso lo tendría que decir yo.
Me doy la vuelta y me voy caminando hacia la puerta. Pero él va por detrás y me coge por la cintura y me hace dar una vuelta para tenerlo de frente. Sigue teniendo ese brillo. Pero su sonrisa desaparece.
Liam- Lo siento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario