sábado, 5 de enero de 2013

55. EXACTITUD.


Liam- ¿Sam? ¡Sam! ¿Qué pasa, dónde estás?
El agobio me ha creado una especie de ansiedad. Me cuesta respirar, el oxígeno no llega hasta mis pulmones. Me llevo una mano al pecho para sentir los latidos de mi corazón, todavía regulares. Intento respirar con lentitud y relajación. Escucho cómo Liam me llama varias veces. Más bien gritando mi nombre, pero es que yo no puedo contestarle ahora, tengo un nudo en la garganta que me impide hacerlo. Al final consigo relajarme y echo la vista atrás pare ver si está Ruth cerca. Nada.
Liam- ¡Sam! ¿Qué pasa? ¡Contéstame, por favor!
Me llevo el teléfono a la oreja y escucho la respiración agitada de Liam. ¿Está corriendo? A lo mejor creo que estoy en casa y ha venido a mirar qué me sucede. Ahora es cuando más me duele haberme enfadado con él. Me vuelvo a sentir estúpida.
Samantha- Liam, no estoy en casa.
Liam- ¿Qué? No te oigo. Suena algo de fondo que me impide entenderte. ¿Dónde estás?
La música. No tengo ninguna gana de salir de aquí para vérmelas cara a cara con aquel vagabundo. A lo mejor ya se ha ido. La verdad es que tampoco quiero estar aquí dentro, la gente cada vez está desfasando más y haciendo más locuras. Yo no pertenezco a este grupo de gente. Yo no soy así. Sam no será así jamás. No tengo más opción que abandonar el antro y volver a las oscuras calles de Wolverhampton. Suele ser un lugar precioso en el que poder pasear, pero por la noche las cosas cambian. Todo se vuelve siniestro y tenebroso.
Samantha- No estoy en casa. Ruth me ha traído a un bar, y la he perdido. Liam, tengo miedo, hay gente rara.
Liam- No te muevas de ahí. Voy para allá. ¿Qué bar es?
Ha vacilado durante unos segundos antes de contestarme acompañado de un suspiro. Se ha asustado. Está asustado. Al igual que yo. Me enrollo en un dedo un mechón de pelo que ya no es ondulado. Mi cabello vuelve a ser completamente liso. De pronto todo el maquillaje me pesa. Aunque no sea mucho. Me parece una estupidez lo que he hecho. No sé cómo he podido caer en la trampa. Debí decirle a Ruth que no a la primera. No habrá próxima vez. Levanto la cabeza para leer el letrero de neón de encima de la puerta y entrecierro los ojos ante la brillante luz de colores. 'El Paraíso'. Acompañado de dos palmeras a ambos lados.
Samantha- Se llama 'El Paraíso'.
Liam- En 5 minutos estoy allí.
No me da tiempo ni de darle las gracias ni de despedirme. Me cuelga el teléfono en cuanto termina la frase. Y yo me quedo en medio de la acera. Con el móvil todavía pegado en la oreja. Extrañando su voz que me envuelve una seguridad que en este momento necesito más que nunca. Miro a mi alrededor en busca de señales humanas. Y las hay por todas partes. Botellas y botellas de cerveza. Tirados por el suelo, como si la acera fuera un basurero. Busco con la mirada al vagabundo, y le encuentro en la acera de enfrente, en un portal distinto. Durmiendo con la boca abierta sobre el suelo envuelto en una manta hecha de harapos. Repugnante. Arrugo la nariz en señal de desaprobación.
Camino en círculos esperando ver a Liam caminando en mi dirección. Viniéndome a por mí para sacarme de este lugar al que no pertenezco. Tengo frío, por lo que me abrazo el cuerpo. Por la esquina gira alguien. Se me para el corazón al pensar que es Liam, pero por detrás aparecen tres personas más. Todos hombres. Vienen pegándose puñetazos y riendo entre carcajadas. El que va en cabeza lleva un cigarrillo encendido entre los dedos. Odio que la gente fume, me parece una forma estúpida me matarse lentamente. Es mejor ser adicto a las chuches.
La apariencia del grupo de hombres, que calculo que tienen unos 25 o 26 años, me miran atentos cuando están a unos tres metros de mí. La forma en que me observan me incomoda hasta el límite de hacerme mirar a otro lado. Por favor, que no se me acerquen. Seguro que van borrachos. Me giro para observar su posición y veo que se han acercado. El del cigarrillo tira la colilla a la carretera y me mira ofreciéndome una mano.
X- Vaya, vaya, menuda preciosidad. ¿Cómo te llamas, cielo? Yo soy Riley.
Contemplo la mano que me ofrece. ¿Qué pretende? ¿Que se la coja y que juntos volemos hasta el País de Nunca Jamás? La lleva clara. Al ver mi mirada de rechazo, se guarda la mano en el bolsillo de su pantalón vaquero. Levanto los ojos para mirarle a la cara. Es de tez pálida como la leche, más blanco que yo. Tiene los ojos oscuros, marrones. Y el pelo negro, como aparenta ser su alma. No me dan buena espina ninguno de esos cuatro hombres.
Riley- Vaya, es una chica dura. ¿Quieres que te invitemos a una copa, guapa?
Samantha- Apártate de mi lado.
Uno de los tres hombre que le acompaña levanta las cejas en señal de incredulidad, como si le pareciese increíble que alguien rechazase una oferta suya. Otro de ellos silba, echando leña al fuego. El rostro ofendido de Riley se cambia por otro que expresa enfado. No se piensa quedar de brazos cruzados. Me coge por un brazo y me acerca a él. No me puedo escapar, me aprieta muy fuerte.
Riley- Venga, cariño. Pasemos un buen rato. ¿No quieres ser nuestra nueva amiga?
La ansiedad vuelve a llenarme el pecho. ¿Qué me van a hacer? Tengo miedo. En cuanto vi a aquel grupo de hombres debí haberme metido en el local. Allí no me habrían hecho nada, porque sería una chica más entre miles. Riley me acerca más a él, apretándome el brazo con más fuerza. El corazón me late a mil por hora. Las lágrimas comienzan a humedecer mis ojos. Por el horizonte aparece un coche. Rugiendo con fuerza. Riley y sus amigos se giran para mirar de quién se trata. El coche donde nos encontramos y la puerta del conductor se abre, que es de donde sale Liam con el rostro más enfurecido que he visto en mi vida.
Liam- Como le vuelvas a poner una mano encima, te corto los brazos. ¿Estamos?
Automáticamente, asustado, Riley me suelta el brazo dejándome libre. Me masajeo el brazo para calmar el dolor. Mañana tendré un morado. Se me ha dormido el brazo. Liam se ha puesto enfrente de Riley. Como es más alto que él, Riley se ve obligado a levantar la mirada. Imponente, Liam le vuelve a amenazar y el grupo de cuatro hombres desaparece tras la puerta del local. Por fin puedo respirar a gusto. No sé qué habría sucedido si Liam no hubiese aparecido.
Liam- Métete en el coche.
Obedezco a sus órdenes. Abro la puerta del asiento del copiloto y me siento a la par que me abrocho el cinturón. Ha suavizado el tono de su voz para dirigirse a mí, pero sé que sigue enfurecido. Recapitulo lo que acaba de suceder. Liam ha venido en el momento exacto para protegerme del hombre malo y le ha amenazado de muerte como no se apartase de mí. Y ha funcionado. No encuentro la manera de darle las gracias. Bueno, de una forma sí.
Samantha- Lo siento.
Liam- ¿Te disculpas porque unos tipos han estado a punto de hacerte... algo que no me quiero imaginar?
Samantha- No, te pido perdón por haberme comportado como me comporté esta mañana. Yo también te mentí, pero tú en cambio me lo perdonaste. He sido una idiota.
No hace falta que me conteste, simplemente con ver la sonrisa que esboza, sé que me ha perdonado. Suspiro con satisfacción ante la idea. Todo volverá a ser como antes. Tiraré a la basura mi estúpida idea de ser una nueva Sam. Viviré el momento, por supuesto. Pero, sinceramente, no creo que la felicidad se encuentre en el fondo de una copa. Haré mi vida a mi manera, consiguiendo que sea perfecta. Haciendo cosas que me llenen por dentro. Empezando por el dibujo. Puedo empezar a dibujar, mejorar día a día hasta conseguir algo de lo que me pueda sentir orgullosa. Porque no hay nada mejor que la sensación de orgullo en uno mismo.
Liam- Te perdonaré definitivamente si me prometes algo.
¿Prometer algo? Su petición me resulta extraña. ¿Qué quiere? Pero sea lo que sea, será contestado con un sí. Quiero que me perdone por toda mi inmadurez. Llegamos a nuestra calle y tira del freno de mano a la vez que se desabrocha el cinturón. Realizo el mismo gesto con el cinturón y antes de abrir la puerta, me sonríe.
Liam- No te vuelvas a maquillar, por favor.
Me pongo roja. Qué vergüenza. No me acordaba del maquillaje. Salgo del coche a duras penas, y Liam aparece para cerrar la puerta. Le pone la alarma con la llave especial y se la guarda en el bolsillo. Caminamos pegados el uno al otro hasta llegar a la puerta de mi casa. Saco las llaves del bolsillo y abro con lentitud. Estoy realmente cansada. Ha sido un día agotador.
Liam pasa después de mí y deja su chaqueta en el brazo del sillón. Miro su vestuario. Camiseta blanca de manga corta con vaqueros negros. Va informal. De pronto me lo imagino en una pelea. ¿Cómo sería Liam pegándose a torta limpia con otra persona? Realmente no me lo imagino. Siendo tan apacible como es, mis ojos jamás verían eso. Pero esta noche ha demostrado que cuando es duro, es duro. Una faceta más de nuestro querido Liam Payne.
Le cojo de la mano y le obligo a subir conmigo al piso de arriba. Subo cada escalón con los ojos prácticamente cerrados. Le arrastro hasta el baño donde me siento en la tapa del váter. Él me mira apoyado en el marco de la puerta. Con una sonrisa.
Liam- ¿Cansada?
Samantha- Demasiado.
Del cajón saco una toallita desmaquilladora y me la paso por la cara para deshacerme de todo el maquillaje. En cuanto termino me miro al espejo. Ya no me pesa la cara. Ahora que comparo, me siento mejor al natural. Soy yo misma. Y así es como ha sido Sam siempre. Liam desaparece del baño para aparecer de nuevo con mi pijama en las manos. Le doy las gracias y le cierro la puerta en las narices para que no mire. Me desnudo, me pongo el pijama y me lavo los dientes. Le abro la puerta a Liam y escucho cómo se ríe al verme con los ojos completamente cerrados. Como no veo nada, siento cómo me alza del suelo para resguardarme entre sus brazos. No me resisto, sino que me agarro a su cuello y apoyo mi cabeza en su hombro. Podría dormir aquí perfectamente, pero la posibilidad se esfuma cuando me deja sobre la cama abierta y me acomoda las sabanas. Abro un poco los ojos y veo cómo me sonríe.
Samantha- Eres mi héroe.

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