sábado, 5 de enero de 2013

61. IMPORTANTE.


El incesante sueño y ganas por dejar otro día atrás, acaban conmigo. Feliz y sumisa, caigo en mi querida cama. Ni me he molestado en abrirla, con tal de haberme desecho mi anterior vestuario para sustituirlo por el pijama, me basta. Ha sido un día realmente increíble. Ha estado lleno de cosas entrañables y memorables. Quiero encerrar cada momento en mi cabeza. Guardarlos para siempre y sonreír en cuanto los recuerde. No me imagino nada más maravilloso que la experiencia de una buena vida. Buenos recuerdos, buenos momentos. Porque, ¿qué es una vida sin una historia? Sería imposible realizar en el futuro aquello de sentarse sobre un sillón y pensar en todo aquello que hiciste. Lo que somos ahora, en el futuro seremos simples recuerdos. Recuerdos mal empleados. Tiempo perdido. La vida es demasiado corta, y nos damos cuenta demasiado tarde.
Tras esta lucha interna en mi cabeza sobre la vida y su importancia, mis párpados, rendidos, se cierran enviándome al mundo de los sueños, donde todo puede ser cumplido. Mi sueño consiste en una enorme caja de música. De forma rectangular, de colores pastel, y donde en el centro se coloca una bailarina inmóvil. De plástico. Sin previo aviso, alguien, del cual desconozco su identidad, hace girar la cuerda y la fina bailarina de alto moño rubio, comienza a dar vueltas sobre sí misma. Quedo encandilada ante la melódica sinfonía. Me trae recuerdos que no encajan en mi cabeza. Recuerdos de la infancia que no encuentran sitio en el mar que es mi amnesia. La música continúa. A cada paso más tenebrosa. Erradica contra mí. Expresa todo aquello que encierra mi corazón. Es mi vida, sentimientos y pensamientos, complementados en una canción que define todo aquello por lo que paso. Mi vida es tenebrosa a la par que increíble. No hay un equilibrio. No es estable. Es o bueno o malo. Es inquietante. Este sueño, esta melodía, me superan. No quiero estar presente a la terrorífica y triste melodía que me envuelve en estos momentos. Me siento agobiada, quiero escapar. Me veo obligada a taparme los oídos con las manos. Pero en cuanto lo hago, otra melodía comienza a sonar. Ésta más diferente. Más alegre, menos impactante y realista. Mis ojos se abren de par en par.
La rítmica y viva melodía continúa sonando, aún habiendo abandonado mi sueño, sigue percutiendo en mis oídos. A los dos segundos, abro con mas persistencia los ojos, percatándome de que es mi móvil el que suena. Happy Together. Es Liam. ¿Dónde dejé anoche el móvil? Lo busco rápidamente con la vista y por fin consigo verlo. Se encuentra encima de mi silla. Me pongo en pie con una velocidad impresionante, inusual en mí y me lanzo sobre el escritorio para alcanzar el móvil y descolgarlo.
Samantha- ¿Liam?
Liam- ¿Sam? ¿Estabas corriendo o algo?
Respiro con la boca abierta y la lengua fuera. Parezco un perro. Como me he levantado muy rápidamente de la cama, me he mareado y se me ha nublado la vista. Me suele pasar mucho, pero la falta de visión se esfuma en cinco segundos. Me agarro al respaldo de la silla y consigo mantenerme en equilibrio. Cojo aire y por fin respiro con regularidad y normalidad.
Sam- No, que no encontraba el móvil... ¿Sucede algo?
Liam- Día nuevo, ¡juego nuevo! Voy para allá.
No me da tiempo a responderle. Corta la comunicación en cuanto termina su coletilla. Se me ha quedado atascada una frase en la garganta, por lo que me veo obligada a cerrar la boca para no parecer tonta. Me aparto el móvil de la oreja y lo dejo sobre el escritorio. Como no me he metido dentro de la cama, solo necesito estirar un poco la colcha para dejarla en perfecto estado. Camino bostezando hasta el baño donde me peino mi habitual pelo enredado. A continuación me dirijo de nuevo a mi cuarto, abro el armario, y de él saco unos pantalones cortos blancos y una camiseta beige de encaje. Es ancha, por lo que me da mucha libertad. Agarro unas zapatillas parecidas a unas converse pero más de vestir y del mismo color que la camiseta. Salgo de mi cuarto y bajo las escaleras de dos en dos. La puerta de mis padres está cerrada, lo que indica que continúan durmiendo. No sé de dónde he podido sacar mi faceta madrugadora, porque de mis padres, no.
Llego hasta la parte baja de mi casa y miro el reloj colgante de la pared. Son las 09:46, debería de haber llegado. Al segundo de pensarlo, escucho el 'toc, toc' persistente tras la puerta y me acerco a ella para a continuación abrirla y dar paso a un Liam sonriente que me da un beso en la frente. Vaya, rima. Me indica que salga con un gesto del brazo y cierro la puerta detrás de mí. Cuando se despierten mis padres, seguramente yo ya estaré de vuelta, por lo que no dejo ninguna nota.
Samantha- ¿Qué me tienes hoy preparado?
Liam- No nos vamos a alejar mucho, más bien no nos vamos a mover de aquí.
A continuación se cruza de piernas y se sienta sobre el césped de mi jardín. Hoy hace buen día, ni frío ni calor. Realizo los mismos movimientos que él y nos ponemos cara a cara. Alarga los brazos para cogerme de las manos. Miro la unión que formamos. Con una triste sonrisa. Tan cerca, pero a la vez tan lejos. Así es como se definiría nuestra extraña relación. No le encuentro una definición. No hay adjetivos para lo que somos.
Liam- Quiero hablarte de la actualidad. No de ahora, sino de hace una semana.
¿Sobre el accidente? Quieres hablar de lo que sucedió, supongo. No me hace gracia alguna el tema, pero llegará el momento en el que debamos hablar sobre ello. No conozco todos los detalles. Solo sé que nos chocamos contra un camión. Pero, ¿por qué? ¿Un despiste? ¿Un conductor borracho? Desconozco totalmente la respuesta.
Liam- ¿Recuerdas lo que te dije ayer? Lo de que te daba las gracias por seguir en mi vida. Eso. Pues fue por algo. Cuando me fui a The X Factor, inventé un plan para no hacer dura tu pérdida. Me propuse evitarte, hacer que no te recordaba y pasar completamente de ti. Pero el plan calló en picado, al igual que yo. Cada vez que veía tu nombre en la pantalla de mi móvil, caía en la depresión. Los chicos intentaron animarte. Casi lo conseguían, pero solo casi. Me encerraba en el baño, a llorar. Suena estúpido, pero odiaba tenerte alejada de mí, entonces me pareció estúpido mi plan. Seguí llevándolo a cabo. Hasta hace poco. La semana pasada volví, me viste, te vi. Dijiste que me perdonabas, pero sé que en el fondo te sentías dolida y traicionada, luego te conté mis motivos y te sentiste estúpida innecesariamente. El único estúpido soy yo.
Se me viene a la cabeza el único párrafo que leí de mi diario antes de que Liam me pillase. "Otro día negro...". Estaba desesperada porque no conseguía contactar con él. Él pasaba de mí, pero por un motivo. Me dejó de lado por una buena razón. Yo sufrí por él, por su pérdida. ¿Por qué? Porque le quería. Le quería y le quiero.
Liam- Dejé escapar tontamente lo que más me importaba en este mundo.

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