sábado, 5 de enero de 2013

40. INTENCIONES.


Caminamos por la acera despejada uno al lado del otro. Llegando casi al extremo de que nuestras manos se rocen. El silencio está de nuestro lado. Caminamos a distintos ritmos. Él da zancadas más grandes que las mías. Miro al suelo con una leve sonrisa. De pronto veo que se toca uno de los bolsillos traseros de su pantalón. Al fijarme más observo que sobresale un pequeño bulto. Liam se mete la mano en el bolsillo y de él saca su cámara de fotos. ¿Por qué la habrá traído? ¿Quiere hacer fotos? Liam mira mi rostro confuso y con una sonrisa comienza a explicármelo.
Liam- Verás, ayer se suponía que íbamos a revelar unas fotos. Pero cambiamos de planes, ¿no? Pues vamos a revelarlas ahora.
¡Claro! Las fotos del otro día. No me acordaba de la propuesta que le hice hace dos días. Mi cabeza está en otra parte. En varias partes, mejor dicho. Una parte es el viaje de Ruth. Me pregunto si se lo habrá comentado a su padre. Desde que sus padres se divorciaron le dejan hacer lo que le dé la real gana. Me acuerdo cuando se hizo el pearcing en la lengua. Su madre le dejó por la lástima de verla sufrir por la separación. Realmente ella se aprovecha. Odia a sus padres. Finge que lo pasa mal, pero es para sonsacarle cosas a ambos. No apruebo sus métodos, pero yo no puedo hacer nada para evitarlo. Seguramente le dejarán ir. O sino se escapará, como tantas otras veces. La otra parte de mi cabeza está en lo que hablamos anoche sobre Liam y yo. En que éramos evidentemente algo más que amigos. Pero ese algo no es exactamente el que yo esperaba. Exacto. Decepción.
Después de un par de minutos llegamos a la tienda de revelado de fotos. En ella trabaja una mujer llamada Olivia que tiene unos 30 años. Lleva trabajando allí desde hacer tres o cuatro años. Parece un poco antipática, pero más tarde comprobamos que tiene su humor propio. Al final le coges cariño.
Olivia- ¡Pero mira quién está aquí, si son mis niños!
Suelta una estrepitosa carcajada que retumba en toda la sala. No es una tienda especialmente grande. Pero tiene todo lo que hace falta. Tiene todas las opciones inimaginables. Puedes personalizar hasta un puzzle. Mi abuela me regaló uno cuando yo tenía 6 años de una foto de la familia. ¿Resultado? Eran demasiadas piezas, acabó en la basura. La tienda consiste en unas cuatro paredes de color verde oscuro con un suelo de madera que cruje. Olivia sale de detrás del mostrador con los brazos abiertos. Nos atrapa a Liam y a mí en una especie de abrazo del oso y nos da un sonoro beso en la mejilla a cada uno. Sutilmente me limpio la cara con el dorso de la mano. Al mirar a Liam veo que realiza el mismo gesto y suelto una silenciosa carcajada. Recordaba a ésta mujer más gruñona.
Olivia- Hace tiempo que no os veo, sobre todo a tí, Liam. ¿En qué os puedo ayudar?
Liam- Pues mira, Oli. Venimos a revelar un par de fotos.
Le entrega la memoria de la cámara y en una pequeña pantalla que tenemos delante aparecen todas las fotos de la cámara. Liam le indica cada una de las que quiere revelar. Vaya, son más de las que creía. ¿Pero no eran solo las dos del otro día? Ya he contado unas veinte, más o menos. Liam le indica que ya no quiere más con un gesto de la cabeza y Olivia las pone a revelar. Se agacha bajo el mostrador para levantarse al instante.
Olivia- ¡Michael, baja ahora mismo y traeme más bolsas!
El grito que acaba de pegar la señora me ha hecho taparme los oídos. Ésta es la Olivia que yo recordaba. Con todo su mal genio. Oigo cómo alguien baja por las escaleras con rapidez y veo el rostro asustado de un niño de unos 13 años. Ni siquiera nos mira. Le entrega a Olivia las bolsas que le ha pedido y se aparta instintivamente. A saber la de cosas que debe haber pasado con ésta mujer. ¿Será su hijo? Es demasiado mayor.
Olivia- ¡Te quiero ver haciendo las tareas de verano o le diré a tu madre que venga a por tí y te castigue!
Será su sobrino. Una amiga de su madre no le pegaría esos gritos. El niño sube corriendo por las escaleras. Ésta vez sí que echa un vistazo a la tienda para observanos. Desaparece por las escaleras y yo me quedo sumisa contemplando el punto en el que acaban los escalones de arriba. Liam me da un codazo para que vuelva en mí y observo el ahora sonriente rostro de Olivia.
Olivia- Estarán en unos 15 minutos. Si queréis quedaros fuera hasta entonces. Decidle a Henry que os invito a un granizado.
Henry es el hombre del bar de al lado. De pequeña mi tío Adam siempre me traía aquí para que estar con sus amigotes. Como tenía que cuidar de mí y se aburría, acabé siendo el juguete de un montón de hombre que eructaban y veían el fútbol. Liam asiente con la cabeza y desaparecemos tras la puerta para encaminarnos hacia el bar que está justo a la izquierda de la tienda. Liam me abre la puerta que al ser abierta suena una especie de campanita para indicar que hay clientes y por la puerta de detrás de la barra aparece un hombre mayor de unos 60 años. Henry. Es un hombre encantador. Muy afable. Tiene dos nietos pequeños con los que siempre jugaba. Al vernos a los dos esboza una ancha y cansada sonrisa. Lleva muchos años en este bar.
Henry- Menuda sorpresa, ¿qué os trae por aquí?
Liam- ¡Hola, Henry! Pues hemos venido a revelar unas fotos, y mientras están en proceso, Olivia nos ha dicho que nos invita a un granizado.
Henry- Ahora mismo os los sirvo. Sentaos donde queráis.
El viejo hombre vuelve a desaparecer tras la puerta para aparecer a continuación con dos copas bien grandes hasta arriba de granizado de limón. Acabo de desayunar, pero es demasiado tentador. Le doy un pequeño sorbo y trago con un suspiro. Refrescante. Nos hemos sentado en una mesa redonda al lado de la puerta. En el bar solamente hay un hombre con traje que lee atentamente su periódico acompañado de un café solo. Irónico. Liam ya va por la mitad de su granizado cuando empieza a hablar.
Liam- Bueno, ¿qué tal la 'noche de chicas'?
Samantha- Llena de cosas de chicas. ¿Y tú qué has hecho?
Liam- Eh... Leer.
Aparta rápidamente la mirada. ¿Por qué siento que me miente? ¿Me estará mintiendo? Con lo que él odia las mentiras lo dudo mucho. Pero a dudado al responder. Se lo ha pensado. ¿Qué trama? A lo mejor simplemente no recuerda lo que hizo ayer y se lo ha tenido que pensar. No tengo ni idea. Solo tengo la sensación de que tiene algo entre manos.

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