sábado, 5 de enero de 2013

30. SENTIR.


Me sorprendo a mí misma por decir aquello en voz alta, y todavía más dirigiéndoselo a una niña de nueve años. No es fácil hablarle a una niña de amor. Ni fácil ni cómodo. Pero mi respuesta no parece inmutar a la pequeña. Simplemente asiente lentamente con la cabeza, como si se lo esperase. Ella ya lo notaba. Al pronunciar aquellas palabras lo noto más cercano, más real. Yo quiero a Liam. Quiero a Liam James Payne Smith. Le quiero más que a nadie y es verdad. Siento unas especie de liberación en el pecho. No puedo evitar sacar una sonrisa. Necesitaba soltarlo. Contárselo a alguien. Maddison era lo que necesitaba. Nunca infravaloraré a los niños. Son más listos de lo que pensamos. Levanto la mirada para mirarla los ojos e inspeccionarlos. En ellos veo algo que no encaja. Tiene unos ojos de cien años. Tiene la mirada de una persona mayor. Paciente, tranquila, sabia. Es imposible, pero tengo la sensación de que Maddison ha vivido demasiadas cosas a su temprana edad. De pronto se me ocurre una duda que tengo, algo que únicamente ella me puede contestarme.
Samantha- Mad, ¿crees que a Liam le gusto?
Maddison- Nunca me lo ha dicho, pero Liam te quiere más que a nada. Sólo hay que veros.
La respuesta me obliga a sonreír de nuevo. Una sonrisa tonta, sin permiso. Una sonrisa de esperanza. Una sonrisa de "Me quiere". O de un posible "Me quiere", todavía está por comprobar. Sé que es una simple opinión pero no puedo evitar imaginármelo por un solo segundo. Tampoco lo imagino muy diferente de como es ahora, solamente con más afecto. Más amor. Más caricias. Más todo. Más perfecto. Me quedo embobada imaginándonos juntos y felices. Tan grande es mi empane mental que Maddy tiene que empezar a darme golpes al brazo para que reaccione. Al volver en mí después de escuchar cómo pronuncian mi nombre repetidas veces vuelvo al mundo al que pertenezco. La realidad. Liam está enfrente de nosotras con su móvil en la mano. Lo cuelga y se lo guarda en el bolsillo trasero de su pantalón.
Liam- Tu padre te deja quedarte, pero después de comer te tenemos que llevar a casa.
Maddison- ¡Genial! ¿Qué hay de comer?
Me ha quitado la pregunta de la boca. ¿Qué vamos a comer? Acto seguido mi estómago emite un rugido que provoca una carcajada en Liam. No me había dado cuenta del hambre que tenía. Y eso que me he tomado un gran desayuno. Me pongo en pie con una mano en el estómago y me adentro a la casa con la vista fija hacia la cocina. He de comer algo enseguida. Rebusco entre los armarios. Veo de nuevo la carta de Liam y se me encoge el corazón, decido dejarla donde está y olvidar que la he visto. Llego a lo que parece ser la despensa y saco una caja de galletitas saladas. Desenrosco la tapa dejándola sobre la encimera y comienzo a comer galletitas a saco. Por la puerta aparece Maddison seguida de Liam. Al verme con los mofletes hinchados y sin poder hablar empiezan a reír. Yo extiendo el brazo ofreciéndoles galletitas. Al ver sus gestos de negación mastico con ansia otra galletita. Sé que estoy engullendo, pero tenía que comer algo.
Liam- ¿Os apetece pasta?
Maddison- ¡Sí!
Samantha- Sólo si me dejas un delantal tan sexy como el tuyo.
Me mira con gesto retante, pero aparta la mirada para agacharse y abrir el cajón de debajo del fregadero para sacar a continuación tres delantales. El suyo, uno rosa con un ratón que se lo entrega a Maddy y a mí me da uno igual que el suyo solo que de color rojo. Se lo ha tomado al pie de la letra. Me lo coloco con torpeza y Maddison me tiene que ayudar a atarmelo. Resulta un poco patético que me tenga que ayudar, pero no rechazo su hospitalidad. Veo cómo Liam empieza a sacar ingredientes. Yo saco una olla de entre las sartenes y la coloco sobre uno de los fogones. Hecho agua y hago que empiece a hervir. Maddy lleva el bote de tomate en la mano y Liam los macarrones.
Liam- ¿Alguien sabe cuántos hay que echar?
Maddison- Échalos todos.
Liam acepta la locura de la pequeña y vacía el contenido de la caja en la olla. ¿Cómo se le ocurre? Hará comida para veinte personas. En vez de reprendérselo cojo una cuchara de madera y empiezo a remover los macarrones para que se ablanden.
Liam- ¡Eh! Necesitamos un poco de música.
Antes de recibir respuesta Liam sale corriendo al salón para encender el equipo de música y poner el volúmen a tope. "I feel good", de James Brown. Cuánto tiempo sin ésta canción. Empiezo a cantarla por lo bajo y de pronto veo a Liam derrapando en el suelo de la cocina con el mando en la mano como si fuera un micrófono. Mad empieza a cantar la canción con Liam y yo estoy apoyada en la encimera riéndome a carcajadas. Es genial ver a Liam imitar a James Brown, todo un espectáculo. La verdad es que le sale muy bien la voz. Debería dedicarse a imitar a cantantes. De pronto veo cómo deja el mando a la encimera y se acerca a mi corriendo para cogerme con una mano la cintura y con la otra la mano.
Liam- ¡Baila conmigo!
Empieza bailando una especie de vals que acaba convirtiéndose en el corro de la patata con Maddy agarrada de nuestras manos. Todos reímos, pero Liam continúa cantando la canción, se la sabe de memoria. En un arrebato de locura empiezo a cantar con él. Cojo la cuchara de madera de los macarrones, él el mando y le dedicamos un concierto a Maddison que aplaude sin dejar de reír. De pronto huelo algo extraño. En seguida todos dirigen la mirada hacia la olla y corro para apagar el fuego.
Samantha- Por poco nos quedamos sin macarrones.
La canción termina y Liam apaga el equipo de música y saca tres platos ondos de uno de los armarios y yo empiezo a llenar los platos. La olla no tiene fin. Mires por donde mires hay macarrones por todas partes. Lleno hasta arriba cada plato y cada uno coge el suyo para llevarlo a la mesa del comedor. De la que cojo mi plato alcanzo el bote de tomate y me lo llevo conmigo. Vamos a tener macarrones para rato. Me siento en la primera silla que pillo. Enfrente tengo a Liam y a la izquierda a Maddison. Ella se echa el tomate que quiere y me lo pasa a mi. Liam sigue cantando el "I feel good'' con toda la pasión del mundo. Se lo ha tomado muy a pecho. Echo poco tomate en mis macarrones y le paso el bote a Liam.
Samantha- Que sepas que nos van a salir macarrones por las orejas.
Liam- Eso me recuerda a otra pequeña historia. Teníamos 7 años. Yo gané en la feria un bonito pez de colores jugando a tirar los botes. Le llamé Marvin. La primera semana pasaba todo el rato con mi pequeño pez. Era realmente feliz con mi nuevo pequeño amigo. Un día decidí enseñártelo. Tú lo querías coger, pero yo te lo impedí para que no callese al suelo y muriese. Una noche me invitásteis a la casa de tu abuela y tuve que dejar a Marvin allí porque a tu abuela no le gusta tener 'bichos' por la casa. No sabía cuanta comida iba a necesitar así que te pregunté y me dijiste que le echara medio bote, o sino moriría de hambre. A los dos días, cuando volví a casa, Marvin ya no era de colores.
¿Me considera una asesina de peces de colores? Yo nunca he tenido un pez, fue su culpa el pedirme consejo y hacer caso de mis tontas palabras. Se arriesgó y perdió. Se siente. Vale, me siento un poco culpable por lo de Marvin, pero era joven e inexperta. ¿Qué esperaba de mi? ¿Una idea brillante de cómo hacer que un pez no muriera sin comer dos días? Venga, por favor.
Samantha- Esta historia es corta.
Liam- Como lo fue la vida de Marvin.
Sé que el reproche es a broma, por los pucheros que me hace. Cojo un macarrón con los dedos y se lo lanzo. Le da en la mejilla. Es sorprendente. no volverá a ocurrir. Tengo la puntería donde yo te diga. Alza la mirada con gesto ofendido y entrecierra los ojos mirándome con desprecio.
Liam- Me vengaré.
Esa frase queda en el aire, suspendida entre tantas amenazas. Todos nos terminamos nuestros platos y los metemos en el lavavajillas. Meto los macarrones sobrantes en un gran tupper que guardo en el frigorífico. Es hora de llevar a Maddison a su casa. Así que cogemos las llaves y los móviles y salimos de aquí. Liam cierra la puerta con llave y caminamos por la acera lentamente. No hay nadie por la calle.
Liam- Bueno, Maddy, ¿te lo has pasado bien?
Maddison- No, ¡me lo he pasado muy bien!
La niña sonríe y Liam la coge en brazos entre risas. Parece que no puede estar ni un segundo sin coger a Maddy. ¿Siento envidia? Para nada. Amo tener los pies en la tierra. Es agradable y reconfortante. Pero aún así desearía que fuera yo la que aguarda entre sus brazos. Tuerzo la cabeza a un lado. Es realmente tierno. Liam lanza a corta distancia a Maddy para que la coja yo en brazos. Es como una pluma. No pesa nada, pero come más que Liam y yo juntos. Al final la dejo en el suelo y Liam y yo la cogemos cada uno de una mano y la balanceamos alzándola al aire de vez en cuando. La pequeña ríe cada vez que se suspende en el aire. Volando. En cinco minutos llegamos a la puerta de su casa. Nos acercamos al portal y Liam toca el timbre con el índice. No pasan ni cinco segundos cuando la que parece ser la madre de Maddison nos abre la puerta. Al ver a Maddy abre los brazos y ella corre hacia ellos y acaban envueltas en un cálido abrazo.
Reneé- Gracias por pasar el día con ella. ¿Te lo has pasado bien, pequeña?
Maddison- ¡Sí! ¡Adiós Liam, adiós Sam!
Se despiden de nosotros con la mano y nos alejamos de la puerta que se cierra en cuanto llegamos a la acera. Caminamos en silencio durante todo el trayecto que me resulta más rápido que la ida. Canturreando, Liam abre la puerta con rapidez y me indica que pase la primera. Enciendo la luz de la casa y camino hasta el centro del salón. Escucho cómo Liam cierra suavemente la puerta y apaga la luz del salón que acabo de encender. ¿Por qué apaga la luz? Miro extrañada las ventanas para ver si es que va a subir las persianas, pero al oír que se acerca a mi y que coloca las manos sobre mi cintura, caigo en sus motivos.
Liam- Por fin solos.

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