sábado, 5 de enero de 2013

25. ACOSO.


Noto sus labios tan cerca. Noto cómo sonríe. Noto cómo sonrío. Es lo que quiero. Pero el mundo no parece quererlo. Porque entonces suena el timbre. ¿De verdad? Esto solo pasa en las películas. Pero nos ha cortado. Me separo de Liam que se levanta para abrir la puerta. Ruth y Johanna. En este momento no me alegro tanto de verlas. Si hubieran tocado un segundo después. ¡Un segundo después! Yo podría haber sido la chica más feliz del mundo si hubieran tocado un segundo después. Ahora estoy de piernas y brazos cruzados y con gesto enfurruñado.
Ruth- ¡Hola, mindangona! ¿Te has quedado otra vez fuera de casa?
Salamantha- Sí.
Johanna- Ruth, no la piques que muerde.
Las dos se ríen a carcajada limpia. A mi no me hace gracia. Liam se ha metido en la cocina para comprobar la pizza. Intento alegrar el rostro, pero me ha sentado muy mal que no haya sucedido lo que tenía que suceder. El mundo está contra mi. Espero que sea solo hoy. Me levanto del sofá y les doy un abrazo a cada una. Consigo sacar una sonrisa. Aunque no dura mucho.
Johanna- Si es que en el fondo nos quiere.
Tienen razón. ¿En el fondo? No, las quiero por todas partes. Y en cualquier momento. Aunque lo de ahora me ha molestado, ellas no tenían ni idea. Tampoco tenían por qué saberlo. Ha sido una rabieta tonta. No se merecen que las trate así. Además, no sé fingir. Les vuelvo a dar otro abrazo, ésta vez con verdaderas ganas. No quiero ser una estúpida. Al menos no con ellas. Porque hay un aquí presente que me obliga a serlo.
Ruth- Pero qué mona que se nos ha vuelto.
Samantha- ¡Calla!
Me río con ellas hasta que aparece Liam con una bandeja en las manos cubiertas por unas manoplas rojas. Viene rápido, se ve que quema. Nos hacemos a un lado para que pueda dejarla en medio de la mesa. Se quita las manoplas y se sopla los dedos. Nos indica que nos sentemos. Es una mesa redonda. Yo me siento donde la ventana. Ruth a mi derecha y Johanna a mi izquierda. Al ver que no hay cubiertos me levanto para ayudar a Liam.
Samantha- ¿Necesitas ayuda, Sr. de los Delantales?
Liam- Que sepas que es muy masculino. Anda, coge los vasos.
Eso sé dónde está. Abro el armario como me ordena y cojo cuatro vasos de cristal. Al coger el cuarto vaso cae algo a la encimera. Miro qué es. Parece una carta. Es una carta. Tiene algo escrito en boli azul. Me la acerco a los ojos para leer lo que pone. "Queridos papá y mamá". Es una letra de niño. Qué tierno, es una carta para sus padres. Giro la cabeza para ver si me mira. Pero está en el salón. No me creo que vaya a hacer lo que voy a hacer, pero cojo la carta y me la guardo doblada en el bolsillo. Luego la dejaré en su sitio. Lo prometo. Lo peor va a ser ocultarlo, así que mejor leerla cuanto antes.
Salgo de la cocina con la mano en el bolsillo y me encamino hacia las escaleras. Espero que no me vean. Que estén lo suficientemente entretenidos como para no percatarse de mi presencia. Venga, un par de pasos más. Están a espaldas de mi. A lo mejor no le dan importancia a mi desaparición, o a lo mejor están observando mis movimientos en silencio. Pero de lo que estoy segura es de que no me pienso girar para comprobarlo.
Liam- ¿Adónde vas?
Samantha- Em... Al baño.
Bien, se lo ha creído. Odio mentir, las mentiras me comen por dentro. Por pequeñas que sean me cuesta continuar una mentira. Son superiores a mi. Me duele mentir. Y todavía más mentirle a Liam. He encontrado algo que a lo mejor no quiere que lea, pero aún así estoy subiendo las escaleras para ir al baño. ¿Soy mala persona? Solamente es curiosidad. Pero la curiosidad mató al gato. ¿Debería dejarla donde estaba? Ya es tarde, me he encerrado en el baño y estoy sentada encima de la tapa del váter. No tiene importancia, es una simple carta que le escribe un buen hijo a sus padres. ¿Qué puede haber de malo entre esos renglones para que yo no lo pueda ver? Abro la carta con cuidado de no romperla y la saco para desdoblarla a continuación. Es corta y con bastantes faltas de ortografía.
"Queridos mamá y papá, quiero deciros que estoy harto de todo, harto de que se metan conmigo, harto de que me peguen. ¿Por qué me odian? Si yo no les he hecho nada. Solamente me tratan así porque soy diferente. ¿Tengo yo la culpa de haber nacido muerto y con un único riñón? Creo que no me merezco que me traten de esta manera. Estoy cansado del acoso y quiero irme de aquí. Quiero irme ya, y como sé que no váis a sacarme de aquí me iré yo por mi cuenta.
Os quiero, Liam."
Sin querer derramo un par de lágrimas sobre la carta y las intento secar con la camiseta. Esto es muy triste. Me esperaba una carta que dijera que les quería mucho y que gracias por todo. ¿Pero esto? Ahora sí que me arrepiento de haberme entrometido. Esto me pasa por cotilla. ¿Sólo tiene un riñón? Eso significa que ha pasado por muchos tratamientos durante toda su vida. Estoy llorando como un bebé. Por eso a él le acosaban también. Por eso se metían con él. Tengo ganas de cruzarle la cara a cada uno de ellos. Decirles a todos que es imposible odiar a un chico tan dulce que después de todo lo que le han hecho sigue llevando una sonrisa dibujada en la cara. Él nació sin un riñón, pero parece ser que hay gente que nació sin corazón.
Salgo del baño a la vez que me seco las lágrimas. Bajo las escaleras con lentitud y oigo cómo ríen los tres. Yo me he venido abajo con la carta. Ahora me he dado cuenta de lo poco que sé de él. Que detrás de todas esas sonrisas habrá lágrimas. Lágrimas de dolor y sufrimiento. Me he compadecido de mí misma por haber tenido una infancia cruel, por padecer esta amnesia. Pero me siento una egoísta al no haberme parado a pensar que él también sufrió. Incluso más que yo. Él también estuvo en el accidente. Sufrió de forma diferente al pensar que yo podría haber muerto. Pero sufrió de todas formas. Me siento una estúpida. Ésta carta me ha abierto los ojos. Liam necesita más apoyo moral que yo. Se lo merece, y me tendrá ahí para siempre. Siempre que me necesite. Yo estaré allí. Y quiero que lo sepa.
Voy a la cocina para dejar la carta en su sitio y salgo con una sonrisa para sentarme. No han empezado a comer, me han esperado a que saliese del baño. Qué monos. Me siento en mi sitio y cojo una porción de pizza. Olía desde la planta de arriba. Su aroma me ha atraido con facilidad. Ahora me la llevo a la boca y le hinco el diente. Deliciosa. No me había dado cuenta del hambre que tenía. Al ver mi gesto de placer, Liam y Johanna empiezan a reirse de mi. Ruth está demasiado ocupada deborando su parte. Yo les sonrío con la boca llena y eso les hace reír todavía más.
Ruth- Bueno, ¿qué tal va el tema de "no recuerdo a mi mejor amigo"?
Johanna- ¡Ruth! No seas tan brusca...
No me ha ofendido para nada. Las cosas como son. La verdad es que es el primer día del juego, y simplemente me ha recordado pequeñas historias nuestras. Sinceramente no me han ayudado, pero las he escuchado como si fuera algo lejano, y lo he querido guardar dentro de mi baúl de recuerdos, de forma que parezca que nunca lo he olvidado. Quiero poder contar cómo nos conocimos sin que parezca que no me acuerdo. Y es que aunque no esté recordando, estoy aprendiendo. Y es mejor que nada. ¿No? De momento voy bien.
Samantha- No pasa nada.
Nos comemos la pizza entera en menos de lo que canta un gallo. Empezamos a hablar de cosas sin importancia, como de por qué los zumos de piña tienen que llevar uva. Y yo me quejo de que están demasiado dulces. Luego empezamos a hacer bromas y cambiamos la mesa por el sofá. Liam y yo nos sentamos en el sofá y Ruth y Johanna en los sillones. Sigo un poco trastocada por la carta, y la culpabilidad me está matando. No podré seguir mucho tiempo con la mentira. Sé que en cualquier momento lo voy a soltar. No sirvo para estas cosas.
De repente veo cómo Johanna se esconde entre el pelo de Ruth y le cuchichea algo al oído. Odio eso. Es de muy mala educación. O todos o ninguno. Secretos en su casa por favor. Johanna se separa y veo cómo Ruth ríe y asiente con la cabeza. ¿Qué traman? No me gusta como nos miran a Liam y a mi sucesivamente.
Liam- ¿Qué os traéis entre manos?
Johanna- ¿Nosotras? Nada...
Ese tono significa que van a hacer algo, porque empiezan a reírse. Liam se levanta con los brazos abiertos. Ruth y Johanna se cubren el cuerpo con los brazos, pero Liam encuentra la manera de poder hacerles cosquillas. Yo observo la escena desde mi sitio. Yo también quiero que me haga cosquillas. Al final Ruth le grita que pare que lo dirán. Entonces Liam vuelve a sentarse pero esta vez pasa su brazo por mi hombro.
Ruth- Pensamos que hacéis una bonita pareja.

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