domingo, 20 de enero de 2013

6. FUERZAS.


En el poco tiempo de mi estable relación con Liam, nunca se ha cometido esta clase de incidencias. Agresiones verbales han habido muchas, por no decir muchísimas, pero físicas, esta es la primera vez, y espero que también sea la última. ¿Llegar a tal extremo de fanatismo como para introducirse por terceros en una relación que no le incumbe? Es poco ético e inmaduro. Entiendo que no les guste que sus ídolos mantengan una relación amorosa, pero como el resto de la humanidad, tienen sentimientos.
He recibido incontables amenazas vía Twitter, deseándome la muerte, suplicándome que dejara a Liam y todo tipo de barbaridades dignas de estudio y conclusión. Pero por otro lado, aun siendo un pequeño grupo, unas cuantas personas salieron a defenderme, incluso sin conocerme me apoyaban por todo lo alto, pedían respeto, y aunque no lo anunciara, yo daba las gracias. Como no me suelo conectar mucho a Twitter, el ciber-acoso que seguramente reciba a diario, no me supone un completo problema, ya que consta de palabrería, y nunca pensé que tuvieran el valor de venir hasta mí y pronunciar todos aquellos deseos de muerte. Hasta ahora.
Se podría decir que hoy es un día movidito, repleto de acción y sorpresas. Ninguna buena. A veces me pregunto qué he hecho yo para merecerme este poco respeto. ¿He molestado al resto del mundo en una vida pasada? ¿He realizado algún acto mal visto por la sociedad y automáticamente he sido expulsada de ella? Si es así, pido a cualquier fuerza superior que me muestre una señal. Nunca he sido religiosa, pero necesito pensar que hay alguien que pueda sacarme de este agujero negro en el cual me hallo presa.
Ahora me encuentro tumbada sobre la cama todavía sin deshacer, contemplando la verde pared moteada. Mirarla me hace pensar en mi hogar, en mi habitación. Puede que no sea ni la habitación más grande, ni la que más cosas tenga, pero en ella hay algo especial que me define. Es mía, y es algo que nadie puede remediar. Donde me encuentro ahora, obligada a pasar un curso entero, se asemeja a una especie de cárcel, y tengo compañera de celda.
Danna todavía no ha llegado, y eso que son las nueve y media de la noche. Con el miedo en el cuerpo, y sin pensarlo dos veces, he abierto las puertas de la residencia para zambullirme en una masa de insultos que invadían mi cabeza, pero que realmente no sonaban en ninguna parte. Mi imaginación se había encargado de recrear el momento antes de salir a despejarme, traicioneramente. Nadie se molestó en dirigirme la mirada, ni siquiera en pasar por mi lado. En cuanto me veían venir por lo lejos, se hacían a un lado. A diferencia de lo que ellos puedan pensar, para mí es mejor solución que tener que aguantar la constante burla hacia mí. La soledad es una vieja amiga que lleva acompañándome a todos lados desde tiempos immemoriables.
Tras haber estado todo el día dando vueltas sin rumbo por esta nueva ciudad, el Sol ha ido a buscar cobijo, dando paso al oscuro manto del anochecer. Con las mismas, mi estómago comenzó a rugir, pidiendo nutrición, por lo que no dudé en hacer caso a sus órdenes. Con la feliz sensación de ignorancia que me rodeaba, me dirigí decidida al comedor, que ya estaba medio lleno. No había visto el comedor hasta ese momento. Es una amplia sala de paredes moradas y blancas y un suelo negro enlosado. Unas decenas de largas mesas irrumpen el interior de la habitación. A la derecha de la puerta, se encuentra el servicio de comida. Justo a la izquierda, se apilan las bandejas azules. Cogí una y me acerqué tranquilamente hasta el mostrador. Soy un poco quisquillosa con el tema de la comida, por lo que por un lado sufrí con la idea del comedor común. Ese miedo resultó en vano, puesto que descubrí que no estaba tan mal como creía.
De primer plato había una pequeña pechuga de pollo rebozada, con patatas fritas. También me pedí una ensalada sencilla, la cual me dieron a escoger el tipo. Rechacé automáticamente la que llevaba pequeños tacos de queso, puesto que lo odio. De postre me decanté por un plátano y sin más dilación, me dirigí a una mesa vacía, apartada del barullo de gente. Cené tranquilamente, por lo que ha sido una buena forma de acabar con el día. O al menos, comparada con el resto de él.
En cuanto terminé de cenar, sin dudarlo, me encaminé hasta mi habitación, rezando por que se encontrase vacía cuando llegara. Mis suplicas salieron victoriosas, puesto que en cuanto puse un pie en el suelo de madera y encendí la luz, lo percibí todo en el mismo estado que cuando entré antes a por mi chaqueta y algo de dinero. Si esto va a ser cada día así, creo que podré aguantarlo. La montaña de mochilas apiladas de una manera extraña, continuaban en su misma posición. ¿Qué se habrá traído esta mujer? ¿A su familia en maletas?
Tras veinte minutos en babia observando sin parar la pared, dirijo la mirada a mi ahora lleno corcho. La verdad es que me ha quedado genial, y lo tengo como un altar. En él he colgado todas las fotos que he podido, más una carta que me hicieron Johanna y Ruth un día que me hallaba en drepesión, y otra de Liam que me escribió poco después de comenzar a salir. En ella explica lo feliz que es, y todo lo que intentará hacer por mí.
"¿Cómo poder explicarte que me hiciste la persona más feliz del mundo hace una semana? ¿Eres consciente de lo mucho que he estado esperando este momento? Fue el miedo el que me impidió dar un paso, pero acabé enfrentándome a él, sin pensar en lo que podía perder, solamente en lo que podía ganar. Ese día me hiciste tan feliz, que me entraron ganas de gritar. Llevaba muchísimo tiempo preguntándome cómo sería saborear tus labios, y hace una semana, lo pude descubrir. Saber que tú también sentías lo mismo por mí, e incluso desde antes, ha llegado a parecerme cómico, puesto que hemos actuado como dos idiotas. Y aunque di a entender ese mensaje, durante tu pequeña enfermedad, nunca pensé en dejar de ayudarte. Jamás me llegué a plantear realmente el abandonar la idea de hacerte volver, y el haberlo conseguido, es uno de mis mayores logros. El que ahora pueda compartir mi vida contigo, significa muchísimo para mí. Puede que dentro de poco no podamos estar tan juntos como quisiéramos, pero debemos separarnos temporalmente. Tú con tus estudios, y yo con mi carrera musical. Pero te prometo que no implicará que lo nuestro se deteriore, ya que no he estado esperando todo este tiempo para perder ahora lo que más me importa en este mundo. No te preocupes jamás por lo que diga la gente. Louis y Eleanor, Zayn y Perrie, ellos viven lo mismo día a día, y anteponen su amor a todo. No seremos menos. Porque la gente no nos conoce, la gente no sabe sobre nosotros."
Las últimas frases son las que necesito escuchar ahora. He hecho bien en colgar estas dos cartas, puesto que me ayudarán a sobrellevar el día a día. Estoy segura que dentro de poco me sabré de memoria lo que narra cada una.
Miro el reloj de mi mesita de noche. Son las 22:09, es mejor que me vaya yendo a la cama. Lanzo una rauda mirada en dirección a la cama de Danna, la cual continúa vacía. ¿A qué hora piensa volver? Lo mejor es olvidarse de ella mientras sea posible. Todavía no sé si esta va a ser mi rutina diaria. Ahora que lo pienso, ¿qué estudiará Danna? Como no me ha dejado ni presentarme, lo de preguntarle por sus aficiones va a ser algo literalmente inalcanzable.
Me pongo en pie para sustituir mis viejos pantalones vaqueros y mi jersey blanco por mi bonito pijama de Tom. Me lo regaló mi abuela hace tiempo, y me hace gracia, porque tiene la forma del gato, y si me coloco la capucha que se puede añadir, mi pijama se convierte en disfraz. Cuando estaba preparando la maleta dudé en si meterlo o no, ya que es muy infantil y me arriesgo a las risas de mi compañera, pero la verdad es que ahora me da igual. Ya que se van a meter conmigo por cualquier cosa, que lo hagan con motivos.
Me meto en la cama tapándome con el cálido edredón de plumas y más rápido de lo normal, el sueño se cierne sobre mí, envolviéndome en un manto oscuro sin sueños.
De repente, suena un estrepitoso ruido que me hace abrir los ojos automáticamente. Miro la hora en mi despertador y veo que son las 04:28 de la mañana. ¿Quién hace esos ruidos a estas horas? No me molesto en levantarme, ya que en menos de medio minuto, aparece una atrofiada Danna cerrando la habitación de un portazo. En la oscuridad, la veo arrastrar los pies hasta la cama, la cual busca a tientas. Durante el proceso escucho unas cuantas risillas tontas, las cuales me indican que va borracha. Cuando parece que todo se ha calmado y ha decidido dormir, escucho cómo un pequeño chasquido irrumpe el silencio. Entonces aparece una pequeña llama, y oigo cómo Danna espira, echando el humo del tabaco.
Este es el principio del fin.

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