sábado, 5 de enero de 2013

32. SUEÑOS.


Menuda promesa. Iba a hacerlo de todas formas. Yo ya contaba con ello. Ahora lo que necesito es un pijama nuevo porque el otro aún está en el tendedero. Le doy un par de golpes en los hombros a Liam asintiendo con la cabeza en señal de que acepto su propuesta y con una sonrisa se aparta de encima. Me encanta su sonrisa. Por verla daría lo que fuese. Es realmente perfecta y sincera. Dirijo la vista hacia su pequeña manchita de nacimiento. Es realmente preciosa. Saco una sonrisa al verla. Se acerca a su armario como si me leyese la mente y saca una camiseta grande nueva.
Liam- Me encanta verte con mis camisetas.
Agacho la mirada y sonrío al suelo. Me he ruborizado ligeramente, casi imperceptible. Me levanto de la cama en la que estaba sentada con las piernas extendidas jadeando ante el esfuerzo de aguantar las cosquillas y extiendo la mano para coger la camiseta que me ofrece. Ésta vez es una camiseta de fútbol. Desconozco a qué equipo pertenece, no soy aficionada a los deportes. La agarro y la sacudo un poco para desdoblarla. Me encierro en el baño y comienzo a desvestirme. Me pongo la camiseta de fútbol, cojo el cepillo que me asignó Liam ayer y me lavo los dientes con pereza. Me enjuago la boca con agua y salgo silenciosamente del baño cerrando la puerta con cuidado. Camino de puntillas hasta la habitación de Liam sin hacer ruido y asomo la cabeza por la puerta. Me encuentro a Liam solamente con unos pantalones, sentado en el borde de la cama, a espaldas de mí. En cuanto abro la puerta para poder pasar carraspeo para que se de cuenta de mi presencia. De que le observo. Gira la cabeza hacia donde me encuentro y me regala una sonrisa de las suyas. Por un momento he llegado a pensar que estaba llorando. Pero al fijarme bien veo que tiene un libro entre sus manos. Un libro que cierra rápidamente y con insistencia. ¿Qué me oculta? Veo que lo guarda en la mesita de noche impidiéndome ver la portada. No tiene importancia. Es un simple libro.
Samantha- Vaya, vas fresquito.
Al haberse levantado de la cama no he podido evitar contemplar cada detalle de su torso. Está realmente bien. Me quedo inmersa en mis pensamientos con la mirada fija en su cuerpo. Estoy como hipnotizada. No puedo apartar la mirada. Seguramente tendré los ojos más abiertos de lo normal. Al final consigo apartar la vista. Qué vergüenza, he estado como diez segundos sin parpadear. Habré parecido una obsesa que nunca ha visto a un chico medio desnudo. Sé que mi padre no cuenta. Pero he ido a la playa. Soy humana. Parece que no le da mucha importancia a mi empane, porque se lanza, literalmente, a la cama poniéndose a un lado y abre los brazos. Realizo los mismos movimientos que él pero con diferente resultado. Acabo Encima de él. Creo que le he dado un codazo. Su "'Ay" me lo confirma. Le he dado en el púmulo izquierdo. Lo sé porque se lo está frotando con insistencia. Como si así consiguiera solventar el dolor. Ingenuo. Me disculpo dándole un pequeño y suave beso donde ha recibido el golpe. De tanto frotarse se ha dejado la mejilla roja. Suelto una melódica carcajada impropia de mi.
Liam- Adoro tu risa.
Samantha- Y yo te adoro a ti.
Lo digo sin pensarlo. Oh, Dios. Qué vergüenza. Qué vergüenza. Qué vergüenza. Ahogo un pequeño chillido y me pongo roja como un tomate. ¿Porque habré dicho eso? Soy realmente idiota. Solamente lo pensaba. Mi cerebro me ha traicionado. Chivato. Escondo la cabeza en la almohada. Quiero desaparecer. Quiero que la tierra me trague y no volver. Quiero rebobinar. Ojalá tuviera un mando para modificar el tiempo. Quiero borrar este momento de la historia. Maldita sea mi bocaza. Noto cómo Liam acaricia mi pelo. Peinándolo con los dedos. Relajándome. Dejo el mundo atrás. Cierro los ojos para sentirlo mejor. Más cercano. Empiezo a dejar de lado mi arrepentimiento que es sustituido por una paz y una calma interior que me llenan. Escucho cómo me tararea una nana y solamente esucho algo antes de quedarme completamente dormida.
Liam- Dulces sueños, princesa.
Dulces no son. Son simples. Una pequeña mesa. Una radio antigua. La música suena. La gente aparece bailando. Felices, relajados. Viviendo el momento. No tienen mucho ritmo. Simplemente bailan juntos. Al son de la música lenta. Pegados. Mirándose a los ojos. Enamorados. De repente me adentro al sueño que hasta el momento veía desde fuera. Llevo un vestido ochentero. De color blanco y amarillo. Con lo que odio el amarillo. De repente una cara desconocida me coge de una mano y me pega a su cuerpo. Yo me deshago de él como puedo. De repente otro hombre desconocido me vuelve a coger para bailar. Y así unas siete veces hasta que acabo en brazos de Liam. Lleva una chaqueta de cuero negra, y va peinado para atrás. A lo John Travolta. De él no me separo. Bailamos juntos sin apartar la mirada el uno del otro. Nadie habla. Solo la música tiene la palabra. No se necesitan palabras para transmitir lo que sientes. De repente algo no va acorde con el sueño. Suenan unos golpes rítmicos. Regulares. Como una marcha. Con un compás. Me obligan a dejar a un lado el sueño y abrir los ojos. ¿De dónde proviene ese ruido? Estoy destapada en la cama y no hay nadie a mi lado. ¿Y Liam? El ruido para por unos segundos para volver a sonar. No entiendo nada. ¿Son obras? A lo mejor, parece el sonido de un martillo impactando contra una madera o algo por el estilo. Iré a comprobarlo.
Me levanto de la cama y subo la persiana para que entre la luz. ¿Qué hora es? Arrugando el entrecejo miro la hora del despertador de Liam. 10:17. Salgo de la habitación sin pasar por el baño para arreglarme porque la curiosidad puede conmigo. Bajo con sorprendente habilidad los escalones dando trotes y cuando llego abajo camino rápidamente hasta la puerta de la entrada. El ruido procede del jardín delantero, porque se oye más cercano ahora. Al abrir la puerta compruebo que estaba en lo cierto. Miro con la boca entreabierta el árbol del jardín. Ya no es como antes. Joven, robusto y fuerte. Con el columpio torcido. Ahora se está convirtiendo en una casa. La casa del árbol. Liam me oye cerrar la puerta detrás de mi y me sonríe. Deja el martillo que lleva en la mano sobre un tablón de madera. Está subido a una de las ramas. ¿Ha hecho todo esto él solo? Observo su vestimenta. Lleva una camiseta blanca de manga corta ya manchada y unos pantalones grises de chandal. En la cadera lleva un cinturón especial para sujetar herramientas. Se baja del árbol y se acerca a mi para darme un beso en la mejilla.
Liam- Buenos días.
Samantha- ¿Y esto?
Liam se hace a un lado para que pueda ver. No lleva mucho tiempo con la construcción. Solamente ha creado la base, el suelo de la casa y ha empezado con lo que parecen ser las paredes. Me resulta increíble. Tengo la sensación de que yo he querido eso. Tengo la sensación de que siempre he querido tener una casa en el árbol solo que no he podido. ¿Será un recuerdo más? Espero que sí, hace días que no recuerdo nada. Hablando de recuerdos, hoy venían mis padres. Venían por la tarde. Hecho de menos mi casa. Pero la estancia en la casa de Liam ha sido increíble. Y lo mejor de todo ha sido que he podido dormir con él. Y no he llegado a sentirme incómoda. Solamente cuanod ayer por la noche dije que le adoraba. Es que soy tonta. Me pregunto si lo recuerda. ¡Claro que lo recuerda! Eso no se olvida fácilmente, pero me estará haciendo un favor y hará como que no tiene importancia, o que no se acordaba. Seguro.
Liam- Siéntate aquí y te lo cuento.
¿Sentarme dónde? De repente veo algo de lo que no me había dado cuenta. Hay dos sillas de playa. De esas plegables al lado del árbol. Junto al columpio. Bueno, "columpio". Me ofrece asiento y le hago caso. Voy con el pijama. Y seguro que tendré cara de perro. Liam se sienta a mi lado y se coge de las manos entrelazándolas y apoyándolas sobre el abdómen. Me está mirando con una pequeña sonrisa. Aquí viene otra historia.
Liam- Cuando teníamos 10 años me dijiste que te gustaría tener una casa en el árbol. Yo lo intenté hacer, para hacerte feliz. Pero no sabía cómo. Mi padre no me podía ayudar y no podía coger ni un tablón yo solo. Así que estoy aprovechando que ahora puedo hacerlo yo solo y así además te ayudo a recordar. ¿Qué te parece?
Samantha- Me parece muy mal.
Liam- ¿Y eso?
Samantha- No pienso dejarte hacerlo sólo. Sujetaré las instrucciones.
Se ríe de mi gracia y nos levantamos a la vez. Yo para estirar las piernas, y Liam para sacar de detrás de la silla una bandeja con zumo de naranja y magdalenas. Me siento automáticamente en el césped y arranco algunos hierbajos antes de que deje la bandeja delante de mí. Cojo una magdalena con pepitas de chocolate y la despedazo un poco para que sea más manejable. Liam coge otra y nos sirve a ambos un vaso de zumo de naranja. Me llevo el mío a la boca y le doy un sorbo. Refrescante.
Liam- Hoy hablaremos de los sueños.
Samantha- Yo tengo sueños muy raros.
Liam- No me refiero a esa clase de sueños. Me refiero a lo que querrías hacer de mayor y esas cosas...
Me sobresalto al entender a lo que se refiere. Sueños. Sé que quiero ir a Cambridge a estudiar medicina. Pero nada más. No sé si quiero viajar. Supongo que sí, a todo el mundo le gusta conocer sitios. Pero concretamente no sé a qué sitios. Ir a Venecia. París. España. Hay demasiados lugares. Aunque si pudiese los visitaría todos. Todos y cada uno de ellos. Poder aprender las costumbres de cada uno. El lenguaje. La gastronomía. Sería increíble. No he visto nada más que Wolverhampton. No he salido de aquí. Eso lo recuerdo.
Samantha- Ilumíname. ¿Qué quiero hacer con mi vida?
Liam- Quieres ir a Francia cuando cumplas los 19 años. Eso me lo llevas diciendo desde los 13 años. Que ahorrarás todo lo que puedas, pero que a Francia vas de cabeza. Yo siempre he estado de acuerdo contigo. Diciendo que te acompañaría. Que visitaríamos todos los sitios. Museos, plazas, castillos. Una visita completa. También quieres ir a un concierto de Take That. Y siempre me has dicho que has nacido en la época equivocada, que deberías de haber nacido en la época de The Beatles. Habrías ido a cada sitio que irían ellos. Serías toda una fanática. Que lo sigues siendo, por cierto.
Recuerdo eso. Me encantan The Beatles. Son el mejor grupo británico de la historia. Mucha gente dice que The Beatles y One Direction se asemejan. Es mentira. Los dos grupos son grandes, pero a su manera. No me gusta que hagan esas comparaciones. Sabía que quería ir a Francia. Tenñia una vaga idea sobre ello. No sabía si ese recuerdo me lo acababa de inventar o era real. Pero tenía la sensación de que era real. ¿A los 19 años? Estoy segura de que iré. Pero en verano. No pienso dejar de lado las clases.
Samantha- Dime más cosas.
Liam- Siempre has querido tener un coche. Pero no un coche cualquiera. Un coche rojo. Cada vez que ves un coche rojo pegas un chillido diciendo: "¡Mi futuro coche!". Yo me río cada vez que lo haces. También quieres un perro, un perro que se llame Boby. No sé por qué 'Boby', pero siempre lo has dicho. Quizás sea por Bob Esponja. Te encanta Bob Esponja.
Eso lo recuerdo también. Recuerdo que he visto todos y cada uno de los capítulos de Bob Esponja. ¿Yo? Fan número uno, señores. Me da igual que sean dibujos animados. Si me gusta, me gusta. Ahora que lo pienso, ¿qué le gustará ver a Liam en la tele? El fútbol y el béisbol, eso está claro. Pero no sé lo que quiere ser de mayor. Ni si va a ir a la universidad. No sé que quiere hacer. No lo había pensado hasta ahora. Él también tiene un futuro. Y esas cosas. Me siento un poco egoísta.
Samantha- ¿Y cuál es tu sueño?
Liam- ¿Mi sueño? Mi único sueño ahora es que me recuerdes.

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