sábado, 5 de enero de 2013

59. MORRIÑA.


Allison se levanta de su sitio con toda la rapidez que sus extremidades se lo permiten. Se abalanza sobre Liam, al que con los ojos como platos y callado como un mudo, le da un abrazo que si yo hubiese sido la receptora, habría caído de bruces contra el suelo. La mirada de acusación que me lanza mi madre me hace ponerme en pie e intentar separar el cuerpo de la niña, completamente aferrado al de Liam. Allison sigue en su mundo de luz y color. Es comprensible que haya reaccionado de esta manera. Cuando un famoso aparece mientras estás comiendo, lo más normal es que te sorprenda, pero de todos modos he de encontrar la forma de que le deje respirar. Le lanzo una mirada a Liam, y tal es mi sorpresa al verle abrazando a Allison y riendo levemente. Pensé que se iba a alterar y alarmar, pero parece que le gusta tratar con sus fans.
Liam- Hola guapa, ¿cómo te llamas?
Allison- ¡Oh, Dios mío! Soy Allison, pero llámame Ally. ¡Madre mía, eres Liam, Liam Payne! ¡Y te estoy hablando!
Consigo que Allison afloje los brazos y empujo a Liam contra la puerta ya cerrada para que la niña no se vuelva a pegar como una lapa a él. Escucho cómo vuelve a reír, le miro sin comprender y al segundo me doy cuenta de que no he apartado las manos de su pecho. Las retiro avergonzada y me giro para mirar a una Allison enloquecida.
Catherine- Allison, querida, creo que es hora de que te llevemos a casa.
Allison- ¿Qué? ¿Ahora? ¡No, por favor!
Mi padre le muestra una de sus miradas de reproche, duras como el frío hielo, que te obligan a agachar la mirada, pero en la pequeña solo surge un efecto de desgana. Se cruza de brazos y se sienta, resignada, en el sofá.
Lucy consigue relajarla. El rostro sereno de mi prima ni se ha inmutado al ver a Liam. Es normal, puesto que ya se conocen y han hablado más de una vez. Una vez, Liam me confesó que le daba un poco de miedo. Reí tanto ante su comentario, que se me salió la leche por la nariz. Espera un momento. He recordado algo sobre Liam. Qué emoción, el juego da resultados. Pequeños, pero un resultado es un resultado. Me giro sonriente a Liam, que me mira desconcertado.
Después de unos 10 minutos, Ally cede ante las palabras de mis padres, pero con una condición. Una foto. Vacilo antes de darle una respuesta, pero el que irrumpe el silencio es el fotografiado. Le contesta que sí, alegremente y Allison, emocionada, saca un móvil rosa chillón de su bolsillo delantero del pantalón. Le pide a Liam que se ponga a su lado, y agacha un poco la cabeza para poder entrar en el plano. La niña, enchida de felicidad y llena de euforia, le da un nuevo abrazo que Liam no rechaza. Me pregunto si será así con todas sus fans. Si la respuesta es afirmativa, se merece un aplauso.
Mi madre se despide de mí con un beso en la mejilla y me recuerda que llegarán en media hora. Yo asiento al escuchar todas sus coletillas de madre, como la de: 'No le abras a nadie' o 'Si sales llévate las llaves'. No hay madre que no pronuncie esas frase como 5 veces al día. Cierro la puerta cuando considero que ya me lo ha recordado todo, y suelto un suspiro que encierra alivio y exasperación. Cuando miro a Liam, sentado en el brazo del sofá, sigue sonriente.
Samantha- ¿Esto es así siempre?
Liam- No, suelen ser más.
Suelta una profunda y sonora carcajada que retumba en las paredes y se pone en pie para acercarse a las escaleras. Le sigo sin decir absolutamente nada y peldaño a peldaño, llegamos a mi habitación. Liam la inspecciona como si se tratara de algo nuevo, como si nunca hubiese visto mi habitación. Se acera a mi escritorio y coge de él algo que no puedo identificar. Escucho un silbido procedente de sus labios y se gira sonriente para mostrarme el dibujo de la flor. Asiente con la cabeza a la vez que levanta el pulgar. Sonrío ante su buena crítica.
Liam- Cuánto tiempo sin ver tus dibujos. ¿Me dejas tu cuaderno?
¿Mi cuaderno? A saber dónde se encuentra. Por muy maniática del orden que sea, soy más despistada que otra cosa. Busco con la mirada su posible posición dentro de mi cuarto y me decanto por buscar entre los cajones de mi escritorio. Ayer, cuando me estuve desahogando, no recuerdo haber visto un cuaderno de dibujo, pero no se me ocurre nada más. Abro el primer cajón, donde encuentro de todo tipo de materiales. En su mayoría son colores. Temperas, óleo, ceras, lápices. Un mundo de color. Descarto este cajón y paso al segundo. Apuntes, apuntes y más apuntes. Debajo del todo, encuentro lo que podría ser un bloc de dibujo. Lo saco de entre la masa de anotaciones y efectivamente, lo es.
Extiendo la mano para entregárselo a Liam, que al cogerlo se sienta automáticamente sobre mi cama. Abre el bloc y observa el primer dibujo. Me asomo para ver de cuál se trata, puesto que no recuerdo de qué solía dibujar. Sonrío al ver que es un paisaje. Con una águila surcando los cielos del atardecer. El primer dibujo bueno que hice. Fue el principio de todo.
Liam- Cada vez que me enseñabas un dibujo tuyo me moría de la envidia. Eres increíble.
Lo dice sin mirarme a los ojos, puesto que está hechizado con mis dibujos y garabatos. La verdad es que es de lo único de lo que puedo decir que se me da bien. Estudiar también, pero eso no me resulta satisfactorio. Liam continúa pasando dibujos, unos más elaborados que otros, pero sonríe cada vez que aparece uno. Después de un interminable minuto, aparece un dibujo del que no me acordaba en absoluto.
Liam- Soy yo.
Sí, es Liam. Pero un Liam de catorce años. Con su pelo lacio y ligeramente largo. No recordaba aquel dibujo, dado que es de Liam. Le quito el bloc de entre las manos y contemplo el dibujo trazado en lápiz. Contemplo atentamente el dibujo de sus ojos, los trazos de su pelo y me siento realmente orgullosa de este dibujo. Cuando levanto la vista para mirar a Liam, veo que ya no está sentado en el colchón. Le encuentro de pie en frente del escritorio. Me acero para ver qué le ha llamado la atención y observo que se trata de las fotos reveladas el otro día. No las he pegado.
Liam me mira, y no hace falta que abra la boca para saber lo que quiere decir. Abro el primer cajón de mi escritorio del que saco celo. Abre el sobre y deja las revelaciones sobre el colchón. Miro rápidamente todas ellas y esbozo una pequeña sonrisa de alegría. Comenzamos a pegar cachitos en el reverso de las fotos hasta conseguir que todas se adhieran a la pared.
Minutos después, la gran mancha de fotografías es notablemente más amplia. Miro satisfecha las nuevas fotos y río con cada una de ellas. Salimos únicamente él y yo. Fotos de incluso cuando teníamos 6 años. Me dan ganas de llorar. Serían tiempos increíbles. Totalmente diferentes a los de ahora. Siento morriña. Añoranza por el pasado.
Samantha- Quiero volver.
Liam- No debemos quedarnos en el pasado, debemos enfrentarnos al futuro.

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