sábado, 5 de enero de 2013

12. PERFECCIÓN.


No me vuelve a preguntar respecto al tema. Creo que la respuesta le ha parecido válida. Me he puesto un poco nerviosa al decirlo. Pero me parece que no se ha dado cuenta. Qué respiro.
Nos terminamos los zumos. Nos despedimos de Jake y salimos por la puerta. Ahora que son las 11:00 pica el Sol con bastante fuerza. Me siento en el bordillo de la acera. Como cuando quedé con Johanna ayer y empiezo a divagar. ¿Sobre qué? Sobre cosas sin sentido. Como por qué las gallinas no pueden volar si tienen alas. Sí, tengo mis momentos de lucidez mental. Estos pensamientos son muestra de ello. Me quedo observando los coches que pasan. Quiero sacarme el carné de conducir y conducir un bonito coche.
Samantha- Quiero un coche rojo. Un bonito coche rojo.
Liam- Pero si no sabes conducir.
Samantha- Déjame soñar.
Sería genial ir a la playa con mi coche rojo. Dar una vuelta con la ventanilla bajada. Sentir la brisa marina removiéndome el pelo. Con unas gafas que me protegiesen de los fuertes rayos del Sol. Mis sueños son simples. Sencillos. No tengo grandes espectativas del mundo. Quiero algo que sepa que conseguiré. No me propongo cosas inútiles que sé que jamás haré. Prefiero llevarme la satisfacción de conseguir pequeñas cosas que me hagan feliz. Así se viviría de maravilla. Pequeñas metas que juntas forman el secreto de la vida. De acuerdo. Hace un momento pensaba en gallinas que no volaban y ahora en los secretos de la vida. Sí. Deberías de empezar a acostumbrarte a mi.
Liam- Algún día te tengo que llevar a dar una vuelta en coche. Para enseñarte mis habilidades al volante.
Samantha- ¡Oh! Tengo ganas de espectáculo.
Adoro enfadarle. Es posiblemente mi pasatiempo favorito. Me encanta que me rete. Hacerle enfadar y ver esa cara de 'enfado' es increíble. Porque él nunca, jamás de los jamases se enfadará con alguien. Ya tiene que haber hecho algo demasiado fuerte. Pero es que nunca le he visto cabreado. Y si lo ha estado lo oculta muy bien.
Liam- Qué manera tan gratuita de atacarme. Esto no puede quedar así.
Samantha- Te recuerdo que antes poco más y me matas a cosquillas. Lo siento, pero era mi venganza.
Liam- Cierto. Mis disculpas.
No sé si lo de las cosquillas le ha recordado lo del beso, pero a mi sí. Me arrepiento por si he metido el dedo en la llaga. Me siento un poco estúpida. ¿Cómo cambio de tema sin que se note? Le puedo preguntar si echa de menos a sus amigos. Pero mi cerebro actúa antes que yo y me hace levantarme e ir calle abajo.
Liam- ¡Eh! ¿Adónde vas?
Va corriendo detrás de mi para ponerse a mi altura. No sé por qué lo he hecho. Pero él parece tan confuso como yo. Ha funcionado. Ahora me preocupa cómo ha reaccionado mi cuerpo antes que yo. Es bastante inquietante. Como siempre digo: soy muy rara.
Liam- ¿Me vas a contestar?
Samantha- Sinceramente no tengo ni idea de lo que acaba de ocurrir.
Seguimos caminando sin cambiar de dirección. Sin cruzar ni una sola palabra. El silencio me está empezando a incomodar. Pero al rato se me hace necesario. Necesitaba esto. Una sesión de tranquilidad. Con el sonido urbano. Estoy en mi salsa. Nunca me he parado a pensar en lo bien que estoy aquí. Que nunca he tenido la necesidad de dejar mi barrio. Pero con la universidad me veré obligada a hacerlo. Bueno. He de arriesgarme a la nostalgia que pueda llegar a sentir. Necesito cambios. O eso se suele decir.
Sin más dilación llegamos al punto X. Así llamamos lo que separa la ciudad del pequeño bosque de las afueras. Habíamos andado más de lo que pensaba. Se me ha pasado el tiempo volando. Me quedo delante del poste que indica la separación de la ciudad y el campo. A un par de metros de aquí estábamos él y yo hace un par de años. Felices en ese pequeño claro que bautizamos como "El claro del Tocón". El nombre viene a que hay un tocón en un lado del claro que llama bastante la atención. No va acorde con el paisaje. Así que pusimos el nombre en su honor.
Liam- ¿Quieres entrar?
No necesito responderle. Me encamino hacia las profundidades de los miles y miles de árboles hasta encontrarme con el sitio más maravilloso que te puedas imaginar. Un pequeño claro. Rodeado de millones de árboles de distintos tamaños y tipos. Los pájaros dándonos la bienvenida con sus dulces y sutiles coros. El claro está completamente cubierto de flores. Flores de todos los colores. Es sencillamente precioso. Liam está situado detrás de mi. Expectante. Pero yo no tengo la necesidad de realizar ningún movimiento. Quiero observar cada detalle. Que no desaparezca de mi memoria cuando me vaya. Quiero inmortalizar este momento.
Liam se pone a mi lado y me acerca a él con su brazo izquierdo. Me acaricia suavemente el mío de arriba para abajo. Es realmente relajante. Sin querer cierro los ojos un par de segundos. No puedo pedir nada más. He encontrado la perfección. Lo que para mi significa la perfección. Y es con él. Abrazado a mi. En este increíble paisaje. Se me escapan un par de lágrimas, pero las seco rápidamente con mi dedo índice.
Samantha- Esto es sencillamente perfecto.
Liam- Contigo todo es perfecto.
Esto último lo dice mirándome a los ojos. Me ha llegado completamente al alma. Cada vez me enamora más. Y es posible que lo haga inconscientemente. Porque estoy segura que es lo que he dicho antes. Con lo de las piedrecitas. Cuando me dijo que estaba loco por mi. Simplemente una broma. Una simple broma de amigos. Amigos. Últimamente esa palabra me duele mucho. Porque yo quiero algo más. Pero no algo como lo que se tiene a mi edad. No quiero un 'rollete' de verano. Le quiero a él. De verdad. De todas las formas por imaginar. Estoy enamorada de su forma de ser. De su risa. De su mirada comprensiva. De sus grandes abrazos. Estoy enamorada de él. Y por culpa de mi timidez jamás le mostraré mis sentimientos. En estos momentos me gustaría ser de esas personas que no les preocupa la reacción de los demás. Que dicen lo que piensan sin preocuparse de la opinión de los demás. Si les gusta bien y si no les gusta también. Pero lamentablemente no soy así.
Me deshago del brazo de Liam. Con suavidad. Que parezca que no rechazo su abrazo. Y me siento en el tocón. No es el sitio más cómodo del mundo. Podría sentarme perfectamente entre las flores. Respirar su aroma. Pero desde el tocón puedo ver al fondo el pequeño lago que hay tras los árboles. En ese lago me bañaba de pequeña. Con mi padre. Me llevaba todos los años. Me ponía mi pequeño bikini y me lanzaba al agua. Me encantaba estar en el agua. Hasta que a los 11 años casi me ahogo. Entonces le empecé a tener miedo al agua. No viene a cuento. Pero lo acabo de recordar.
Liam- ¿Piensas decir algo?
Estaba tan absorta ante este paisaje que llevaba demasiado tiempo sin visitar que todo me parecía nuevo y novedoso. Cada flor. Cada hoja. Cada tronco. Tan metida estaba en mis pensamientos que me había olvidado de que Liam estaba conmigo. Se acerca a mi lentamente y se pone de rodillas enfrente mía. Para estar a mi altura. Me observa con ojos tristes. Dudosos. ¿Qué sucede? Me está empezando a dar miedo. Sobretodo cuando pronuncia esas cuatro palabras.
Liam- Te debo una explicación.

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