domingo, 20 de enero de 2013

3. MALDAD.


Decano- Señorita Holoway, le presento a su compañera de cuarto, Danna Jones. Estoy seguro de que serán grandes compañeras.
El decano se despide con un gesto de la mano, y cerrando la puerta tras de sí, desaparece. Dirijo de nuevo la mirada hacia a aquella chica de mirada amenazante. Danna. Yo no estoy tan segura como el señor Davies de que nos llevemos tan bien como él dice. ¿No la ve? No me gusta juzgar por el aspecto, pero esta chica me da miedo. Su estilo 'punk' dice muchas cosas sobre ella por adelantado. Tiene mal genio, un orgullo descomunal y poca simpatía residente en su alma. Su bienvenida no ha sido la más deseada, pero me ha extrañado la pedantería que ha utilizado. ¿Lo que le faltaba? No me conoce, no puede saber lo que le espera. Aunque sea yo la de los prejuicios sobre ella.
Samantha- Me llamo Samantha, pero puedes llamarme Sam.
Danna- Sé quien eres. Todo el mundo lo sabe.
Retiro la mano que hace un par de segundos le ofrecía. ¿Todo el mundo lo sabe? Sé que ahora la gente me reconoce como tal, pero nunca me imaginaría que una chica como ella, supiese de la existencia de One Direction, y menos todavía de sus novias.
Se agacha para recoger una camiseta de calaveras desprendida sobre el suelo y contemplo cada uno de sus movimientos, alerta. La manera en que se mueve y desplaza se asemeja a la de una serpiente. En mi cabeza escucho una especie de siseo que realmente no suena en ningún lado. No sé qué hacer, si empezar a deshacer mis maletas, darle conversación o simplemente desaparecer de aquí. La situación se salva en cuanto me suena el móvil. Un mensaje.
<<Johanna- Me parece increíble que haya tenido que enterarme mediante Twitter que mi mejor amiga ha llegado a su nueva ciudad.>>
No puedo evitar sonreír ante el mensaje recientemente recibido por parte de Johanna. La vi justo ayer, cuando nos despedimos. Fue ayer por la noche cuando su avión voló hacia Oxfordshire, dejándome sola con Liam. Nuestra despedida se basó en un llanto continuo colectivo y lleno de abrazos y frases indescifrables. Ruth no estaba con nosotras para despedirse, ya que hace una semana que se fue a Brasil con Erik, a vivir la vida. No hemos perdido el contacto con ella, cada día, en cuanto sale del trabajo nos llama a cada una para contar todo lo sucedido en el día. Prometimos ser amigas para siempre, y lo prometido es deuda.
<<Samantha- Solamente me hago la interesante. Sabes que te quiero.>>
Danna- Te aviso de que aquí, tonterías, las justas.
Me sorprende escuchar la atronadora voz proveniente de una chica de mi edad. Ha sonado como auténtico cantante de heavy metal, me pregunto si se dedicará a ello. Ahora mismo lo que no comprendo es su reacción, ni siquiera le he dicho nada, he permanecido en pie, justo al lado de mi cama, sin molestar. Qué año más duro me espera.
Samantha- ¿A qué te refieres?
Danna- Tú y yo no vamos a ser 'amiguitas' jamás. Ni siquiera vamos a tener contacto, y como me vengas con chiquilladas de: 'Me chivaré a mi novio', te juro que te arreo.
Su imitación sobre mí ha consistido en un chirriante e irritante ruido que me perfora los oídos. ¿Me etiqueta de chivata? No me conoce y ya tiene una imagen de mí completamente errónea. Quizás yo haya hecho lo mismo, pero no puedo evitar sentirme ofendida. ¿Qué le he hecho? He intentado ser amable con ella, pero ha tirado todo mi 'buen rollo' por la ventana de nuestro cuarto. Nuestro. La idea se me hace horrible y vomitiva. ¿Tengo que aguantar todo un curso conviviendo con este mal bicho? ¿En qué momento vio el decano que Danna y yo podríamos congeniar? Quizás se esté riendo de mí, quizás es un mensaje subliminal, pero no alcanzo a entender de qué trata dicho mensaje. Estoy perdiendo facultades.
Samantha- Tranquila.
Asiente convencida ante mi respuesta. Realmente no tengo gana alguna de meterme en líos con ella, al menos por ahora. Prefiero sentirme invisible, no hacerme de notar. Ser un alma en pena que recorre la habitación del baño al escritorio y del escritorio a mi cama. El contacto con Danna será completamente nulo, inexistente. Sé cómo tratar con gente que me odia, tengo una ligera idea y una gran experiencia. Es triste por un lado, pero bueno saber que puedo sobrellevar la situación con mayor facilidad.
Decido comenzar con mi tarea de hacerme invisible. Abro la maleta en silencio, a la vez que contemplo mi zona del cuarto. Cada una tiene su cama, su escritorio, su mesita de noche, un armario y un corcho vacío. Me acerco hasta las puertas de mi armario que se encuentra de cara a mi cama y coloco una mano en la madera clara hasta llegar al pomo de hierro dorado. Inspecciono el interior del armario con mi mirada y calculo las dimensiones mentalmente. No creo que haya ningún problema a la hora de introducir todo mi vestuario. Al girarme a por la pila de camisetas de manga larga que he dejado sobre el colchón sin sábanas, me llevo un susto que me hace pegar un salto y llevarme la mano al pecho. Una música atronadora comienza a retumbar entre las paredes del cuarto. Le lanzo una mirada inquisidora a Danna, que me mira con maldad, la situación le parece realmente cómica. No pienso decirle nada, prefiero dejarle con la miel en los labios, sé que quiere enfadarme. Aguantaré toda la música heavy que se me presente. He aprendido a ser fuerte y no pienso dejar que una minundi me altere.
Guardo toda mi ropa con una media sonrisa en la boca. Mi escasez de reacción parece enfadar a Danna, que aumenta el volumen de su reproductor. En cuestión de minutos entrará alguien pidiendo silencio. O al menos era eso lo que creía. Tras colocar la sábana bajera, la funda de la almohada y el edredón, agarro mi móvil y salgo por la puerta como si la cosa no fuera conmigo. Antes de cerrar de un portazo, escucho la malévola carcajada de Danna.
Debe enterarse de que quien ríe el último, ríe mejor.

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