domingo, 10 de marzo de 2013

9. DESEO.


A veces no soy ni siquiera consciente de lo que tengo entre mis manos, y no solamente eso, sino también del giro que ha dado mi vida a lo largo de este verano. ¿Cómo pueden cambiar tanto las cosas durante este corto período de tiempo? Supongo que debo considerarme afortunada, pero no estoy realmente segura de ello. A todo lo bueno, lo acompaña automáticamente lo malo. Me recuerda a un día en el que mi profesor de literatura del instituto, quiso inculcarnos un valor, y es una charla que me ha quedado marcada, y espero nunca olvidarme de ella: Mirad, de pequeño yo quería ser bombero y convertirme en un héroe, como cualquier crío de mi edad influenciado por los cómics, pero a medida que comencé a crecer, fui descubriendo mi pasión por la lectura, la poesía y todas las artes. También sentía atracción por la pintura, y podría ser profesor de plástica, pero el manejo de las palabras, era mi debilidad. El tema es que cuando les anuncié a mis padres mi vocación por la literatura y la filología, mi padre comenzó a decirme que ningún hijo suyo se dedicaría a semejante chorrada. Él quería que fuera abogado, como él, y estaba seguro de que seguiría sus pasos, pero entonces decidí parar aquel sueño, el cual era suyo, no mío. Aquella decisión conllevó un distanciamiento entre nosotros, pero mi madre siempre me apoyó en todo. Me pagué la matrícula de cada año trabajando en todo tipo de cosas. Desde limpiar baños de residencias sociales, hasta de becario en una empresa de mi tío. Al final, acabé la carrera, y estaba satisfecho, feliz por haber alcanzado mi meta en la vida. Pero no, ahí no acababa todo, menuda vida más triste y pobre sería la mía, ¿no creéis? Al poco tiempo de sacarme la carrera, me admitieron en un instituto muy lejos de Wolverhampton, donde comencé a impartir mis primeras clases. Fue duro, los alumnos no apreciaban mi trabajo por mucho más que intentara conectar con ellos. No se mostraban interesados, no les importaba suspender mi asignatura. Eso me hizo deprimirme muchísimo, así que decidí realizar cambios drásticos. Cuando entraban mis alumnos por la puerta, les obligaba a encestar los libros en la papelera, el que consiguiera meterla sin rozar el cubo, le pondría un positivo. Hice mis clases más entretenidas, y cada día intentaba que aprendiesen algo nuevo, algo curioso, pero a la vez educativo. Al final me gané a aquellos chicos, y desde entonces intento enseñar de esa misma manera. Sí, fue horrible durante mucho tiempo, también fue horrible a la hora de intentar sacarme la carrera, y compaginar el trabajo con los estudios. A veces sentía ganas de acabar de una vez con todo y arrastrarme hasta mi padre, pero no me rendí en ningún momento. Porque chicos, cada cosa tiene sus pros, y sus contras, no existe nada enteramente perfecto y bueno que no venga acompañado de ningún tipo de problema, pero cuando se trata de algo que quieres, que deseas, luchas por ello hasta el final. Ya no os digo de mi experiencia con mi sueño, os hablo de amor, amistad. En todos esos aspectos, debes hacerlo por tu propia cuenta, y jamás rendirte. Puede que tus amigos no sean perfectos, pero recuerda que tú tampoco lo eres. Puede que tus padres no acepten tu relación con esa persona, pero recuerda que es la única que te hace sonreír de esa manera. Siento soltaros este testamento, chicos, pero es algo que intento transmitiros. Si intentáis encontrar la perfección de una vida, un momento, una persona, jamás la encontraréis. Aprended a aceptar las dificultades que la vida os presente, no os rindáis, y luchad por vuestra propia felicidad,no aquella que esté idealizada por el resto.

Puede que hiciera referencia prioritariamente hacia nuestros sueños laborales, pero como también mencionaba que hay cosas buenas y malas en la vida,  no he podido evitar recordarlo instintivamente. Aquel profesor fue el mejor que tuve durante todo el instituto. En cuarto fue mi tutor, y siempre nos enseñaba cosas interesantes de las cuales, aunque quisieras, no te podías olvidar. Esa clase de profesores que demuestran su esfuerzo y su dedicación por hacer que una clase funcione, se merecen todo el respeto del mundo. El señor Hawen es, definitivamente, el mejor profesor que he tenido en mi vida.

Liam- ¿Te pasa algo? Apenas has pronunciado palabra.

Samantha- ¿Eh? Perdón, es que me he quedado pensativa.

Aferra su mano a la mía y le observo sonreír. Su semblante sereno y tranquilo me proporciona la seguridad que necesito. Soy una persona muy insegura, e influenciable, pero siempre intento ser fiel a un pensamiento razonable, y lo he conseguido a lo largo de mi vida, aunque de vez en cuando tenga mis dudas. La opinión de Liam siempre ha sido imprescindible para mí. Cada vez que debía tomar una decisión, acudía primero a Liam para que me aconsejara, ya que él conseguía convencerme de que no debía preocuparme, y hacía las situaciones más sencillas. Cuando pasaron dos duros años alejado de él, tuve que aprender a pensar bien cómo debía actuar, y si lo estaba haciendo bien. Fue duro, pero al final lo he conseguido y ya no necesito su ayuda en ese aspecto.

Es curioso, porque llevo prácticamente toda mi vida haciéndole ascos al amor, o al menos a aquel dicho término, porque amor verdadero, no suelo verlo actualmente. Desde bien pequeña, me repugnaban los chicos, pero supongo que eso era lo normal por aquella edad. Cuando comencé con los síntomas de la adolescencia, los cuales en mi caso, según mi madre, fueron prácticamente imperceptibles, empecé a fantasear con los chicos guapos de mi instituto. Había uno que me llamaba especialmente la atención. Se llamaba David, y tenía un año más que yo. Era el chico más guapo que había visto en mi vida. Alto, de cabello moreno y unos ojos azules que dan escalofríos. Cada vez que pasaba por su lado, aguantaba la respiración, ya que me ponía tan nerviosa que hacía ese gesto sin darme cuenta. David fue el único chico que me gustó antes de Liam, pero fue algo puramente físico, ya que David tiene de feo, lo mismo que de neuronas. Era un completo imbécil, me sorprendía que consiguiese sumar, y encima tenía la típica novia que parecía una Barbie. El caso es que ya no sé nada de su vida, dejó el instituto y supongo que fue a rascarle los bolsillos a su padre, ya que si dependiese de sus habilidades, únicamente me lo veo mendigando por las calles.

Supongo que sentía repugnancia hacia todas las parejas felices que me encontraba, por esa misma razón, por su felicidad. Por aquella que no tenía. Por aquel entonces Liam todavía no se había ido a Londres, y continuaba siendo mi mejor amigo, pero ya estaba completamente enamorada de él, y no tenía el suficiente valor para ser capaz de confesarle mis sentimientos.

Liam me confesó que no podía estar mucho tiempo conmigo, ya que esta misma tarde debía volver a Londres para prepararse e ir a una entrevista con los chicos. Quise evitarlo, pero mi boca se torció en un gesto de tristeza mostrándole mi completa desaprobación  No voy a poder pasar tiempo con él cuando comience el Tour, deberé limitarme a verle solamente por YouTube, entrevistas, y cuando pueda, por Skype, pero no quiero arrebatarle su tiempo de descanso de esa manera tan egoísta. No me imagino el esfuerzo físico que supondrá cantar técnicamente un álbum completo durante tantos días seguidos. Durmiendo en autobuses, o sin dormir, ya que deben levantarse temprano para ensayar. Llevarán una vida bajo continua presión, pero son famosos, es su deber. Le pregunté una vez que si le cansó hacer el Up All Night Tour, y me contestó rotundamente que no, que ama poder hacer felices a todas sus fans, y así poder ver mundo, y qué menos, que haciendo lo que te gusta, y con cinco de tus mejores amigos. Me pareció una opinión digna de respeto.

Liam- Llevamos paseando mucho rato, creo que hemos visto Cambridge al completo, ¿quieres que vayamos a comer?

Asiento con la cabeza, nada más formular la pregunta, me ha comenzado a rugir el estómago. Se me había pasado el tiempo volando, hemos estado hablando de todo un poco. Le preguntaba que qué tal con los chicos, ya que llevaba unas semanas sin verles, y me contestó que genial, que les echaba mucho de menos, y que ahora tocaba echarme de menos a mí. Él me preguntó qué tal me iba con la residencia, justamente el tema que estaba intentando evitar, pero al final lo he dejado en que no conozco a nadie y que no sé acostumbrarme a nuevos entornos. Intentó tranquilizarme diciendo que dentro de nada tendría montones de nuevos amigos con los cuales operar corazones. Le comenté que no realizaría prácticas con corazones humanos hasta dentro de unos años, y que me encantaría que estuviese presente. Sé que odia la sangre, así que solamente se limitó a revolverme el pelo y decir que era una mala persona.

De pronto vemos a un tipo extraño que se acerca a nosotros, lleva una gabardina y un sombrero del mismo color canela. Miro con detenimiento la cámara que lleva entre las manos. Rápidamente miro alrededor para ver si hay más como él, pero de repente Liam se interpone en mi campo de visión, impidiéndome ver qué sucede. Escucho cómo el misterioso hombre se dirige directamente a Liam, y para poder entender lo que dicen, me asomo por su hombro.

Liam- Gracias por pedir permiso, eso se respeta, pero creo que denegaré su petición. Me gustaría pasar un día tranquilo con mi novia, y no querría perder el tiempo peleándome con paparazzis, así que lo siento, pero otro día será. Gracias de nuevo por su educación.

El hombre de la gabardina agacha la cabeza sin pronunciar palabra y se da la vuelta para volver de donde ha salido. Liam se gira para mirarme, y observo en él un gesto de sorpresa. Me coge la mano, y como si supiera lo que le iba a preguntar, me contesta que los paparazzi no suelen ser tan respetuosos, y ni mucho menos, pedir permiso para sacar unas fotos. Y ha añadido después de un rato que era la primera vez que le sucedía, que era gracias a mí.

Samantha- ¿Gracias a mí?

Liam- Claro, porque te ven cara de buena gente, y les daría pena obligarte a hacer algo que no quieres.

Samantha- Genial, doy pena.

Me pega un suave puñetazo en el brazo por decir eso, pero automáticamente me pide perdón. No le gusta que me diga cosas malas a mí misma, pero esta vez ha sido él, o los periodistas, o quien sea. Ni siquiera me ha hecho daño, ha sido más una caricia, que un golpe, pero se ha preocupado. Me ofende que crea que soy una flor delicada, por eso le cojo de la muñeca derecha y me pego un puñetazo en el brazo con su mano. Comienzo a reírme como una loca ya que la escena me resulta un poco estúpida.

Liam- ¿Tú eres tonta?

Samantha- Un poco, creo que sí.

Me pasa un brazo por los hombros y caminamos así hasta una pizzería. Nos sentamos en una mesa pegada a la ventana y rápidamente se acerca un camarero con bigote, que nos ofrece los menús. Le doy las gracias y abro la carta para ver qué ofrece este lugar. Lo primero que veo es que sirven pizza de atún, mi preferida, por lo que ya no necesito mirar ninguna otra cosa, aunque antes de cerrar la carta, le echo una ojeada al menú de postres. Cuando el mismo camarero del bigote vuelve para preguntarnos qué vamos a tomar, Liam pide una pizza de Pepperoni y yo la mía con atún.

Terminamos de comer rápido, no sin antes tomarnos un postre compartido, que consistía en una pequeña Coulant de chocolate con una bola de helado de vainilla. Si llego a saber que era tan pequeña, me habría pedido una para mí sola. Liam me ha invitado a comer, ya que no tenía como plan salir a comer por ahí, solamente pensaba en pasar tiempo con él, por eso me sabe mal dejarle pagar mi parte. Soy muy sufridora en ese aspecto, me sienta mal deberle dinero a alguien, o que directamente una persona me pague algo, o que diga que me invita. Es una especie de lucha interna con la que intento convivir, pero siempre me duele dejar que la otra persona lo pague todo. Cuando me ha dicho que él invitaba, me he negado automáticamente, y como él ya se esperaba esa respuesta, ha llamado al camarero rápidamente.

Ahora caminamos de camino hasta la residencia. Cuando hemos salido de la pintoresca pizzería, nos hemos tumbado en el césped de un pequeño parque cerca de ésta. No había mucha gente, pero cuando llevábamos un rato observando las diversas formas de las nubes que surcaban el cielo, dos chicas de mi altura, pero que parecían menores que yo, se acercaron hasta nosotros. Evidentemente que habían reconocido a Liam, y por tanto lo que querían pedirle era una foto. Le dije que si querían que hiciera yo la foto, y las dos chicas asintieron enérgicamente. Cuando le devolví la cámara a la chica rubia del aparato, me pidió si podía hacerse una foto conmigo. Me negué rotundamente, le dije que si quería podía darle un abrazo, pero no una foto, ni un autógrafo, ya que yo no soy nadie. Soy Sam, próxima estudiante de medicina en la universidad de Cambridge. Cuando termine la carrera, dejaré que la gente me pida una foto, pero mientras que solamente sea por el título de novia de Liam Payne, me niego. La chica lo entendió, y aceptó mi abrazo, así que fui feliz por haberme respetado a mí misma. Yo no soy la famosa, el famoso es el chico del que estoy enamorada, nada más.

Cuando llegamos a las escaleras de mi residencia, le suelto la mano y me cuelgo en su cuello para darle un beso de despedida, cargado de dolor, ya que no quiero que vuelva a desaparecer de mi lado. Nos quedamos un rato abrazados, hasta que noto que hace amago de separarse de mí, y me descuelgo de su cuello, colocando las manos en su pecho, y a continuación soltarle.

Samantha- Supongo que esto es un final feliz.

Liam- No, estás muy equivocada. No es un final feliz, porque esto no es ningún final.

2 comentarios:

  1. Tu,tu,tu,tu,tu,TU!!! como se puede escribir tan bien? Si fuera ilegal tendrías cadena perpetua te lo aseguro,me ha encantado el cap Liam es tan ajshdiwmd que no se espero el siguiente :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo, yo, yo, yo, yo, ¡YO! Jajajajaja, muchas gracias, pero no es para tanto. :) Ala, que ya me quieres matar, qué mala persona... Me alegro de que te guste, y sí, es demasiado idfhgusdfhgushdfugh. *-* Ahora tendré más tiempo de escribir. :)

      Eliminar